LA HISPANIDAD SE APODERO DE GUANAJAY
Tomado de Radio Cadena Habana
Aunque los primeros pobladores de Guanajay, en La Habana, fueron los aborígenes, y en el siglo XIX, en pleno apogeo de la industria azucarera, llegó a tener la jurisdicción más negros esclavos y libres que población blanca, el elemento cultural predominante en la identidad guanajayense fue el hispano.
Se sabe que la existencia de los indocubanos resultó efímera dado el maltrato y el rigor de trabajo al que fueron sometidos por los conquistadores. Por otra parte, es conocido que si bien los africanos eran portadores de elementos de sus culturas ancestrales, al estar encerrados en barracones, no tuvieron oportunidad de enfrentar ventajosamente sus tradiciones a los componentes culturales hispánicos que preponderantemente se expandieron y permearon la nacionalidad cubana.
Ese fenómeno que tuvo lugar en toda Cuba, resultó válido y determinante para Guanajay. La primera forma de entregar tierras en propiedad fue la mercedación, y el trazado de la villa que se fomentaba se fue realizando según la más pura costumbre española.
En 1695 se construyó la primera iglesia y los enterramientos se hicieron en sagrado. En 1790, al construirse la Plaza de Armas, la iglesia fue trasladada hacia el sitio que hoy ocupa, es decir, que se la colocó frente a la Plaza siguiendo la tradición.
El tipo de construcciones que se llevaron a cabo, y la colocación de las edificaciones, resultan elementos demostrativos del predominio cultural hispano. Parejamente, se extendió el uso de la guitarra como instrumento musical predestinado a reinar. Las comidas, las décimas y los bailes que más tarde habrían de cubanizarse con personalidad propia, también nos llegaron de España.
Con el transcurso del tiempo el Casino Español, fundado en 1870, jugó un importante papel en el fomento y mantenimiento de la cultura española en Guanajay, amén del triste papel político que desempeñó a favor del colonialismo.
Fue aquel el momento en que el gran poeta José María Heredia, herido de ansias de libertad y buscando lo que nos separaba escribió:
Que no en vano entre Cuba y España
tiende inmensas sus olas el mar.
Pero una vez superados los horrores y rencores de la guerra, otro gran intelectual cubano, el guanajayense Joaquín Nicolás Aramburu, buscó lo que nos unía y luchó por reconciliarnos con la madre patria, la que nos legó idioma, hidalguía y costumbres. En su noble afán escribió:
Si a Cuba quieres, mi amor es tuyo
y un lazo eterno nos unirá,
como tu pueblo se une a mi pueblo
pese a las olas del ancho mar.
En 1899, al producirse la primera intervención norteamericana en Cuba, llegaron a este pueblo soldados que introdujeron algunos elementos de su cultura, lo que provocó un agudo artículo de José María Valdés ante la pérdida de costumbres españolas como el juego de monte, que se vio suplantado por el póker, con barajas desconocidas, y el vino que cedió paso al consumo de cerveza.
Los emigrantes españoles que siguieron llegando mucho después de terminadas la esclavitud africana y las guerras de independencia, acrisolaron con su presencia y su trabajo creador la herencia española en Cuba y particularmente en Guanajay.
Desde estos años que vivimos, podemos afirmar que de los aborígenes nos quedó el nombre hermoso y enigmático, de los africanos la amalgama étnica, el sincretismo religioso y acendrados gustos por bailes y toques de tambor. Pero de España recibimos los rasgos que esencialmente nos distinguen e identifican, más allá de encuentros y desencuentros, de épocas en que el anhelo de ser nosotros mismos nos colocó en bandos opuestos en el campo de batalla.
1 comentarios:
Mi padre, Jesús Díaz Menéndez, nacido en Cangas de Narcea, Asturias, llegó con tres hermanos y fueron a vivir en Guanajay. Fue miembro de la antigua Colonia Española y del Centro Asturiano de la Habana. Tengo fotos de la Colonia Española si las deseas, pues el edificio ya no existe.
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