Palabras que van y vienen
Por Celima Bernal (Juventud Rebelde)
¿Te has fijado cuántas veces se usa: un poco, con sus variantes: un poco que, un poco como, y un poco como que? He oído cosas contradictorias, incluso ofensivas, a causa de esa moda actual. Claro está, igual que todos los disparates que se ponen en boga, merced a ese afán de imitación de lo nuevo —ya sea bueno o malo—, pasará pronto. Solo debemos esperar con paciencia. Mientras tanto, locuras van, despropósitos vienen. ¿Qué vamos a hacerle a eso?
«Estamos un poco como que muy felices de haber actuado junto a esa figura de fama internacional», dijo alguien, y ¿puedes creer que se quedó tan tranquilo?
A un médico, recién llegado a La Habana, tras su misión en un país africano, después que muy satisfecho por el trabajo realizado, había explicado largamente todo cuanto hicieron él y sus colegas, a favor de las condiciones higiénicas de aquel remoto poblado, le preguntaron: «¿Así es que ustedes, un poco como que ayudaron a mejorar la salud del lugar?».
Conté una vez, el desacierto, en la presentación de una compañera: «Ella actúa un poco como traductora en el evento». Todavía recuerdo la cara de la pobre muchacha: era un poema. Imagínate, años estudiando el idioma, ejercitando su profesión, y con el recado que vienen ahora.
Bueno, «a otra cosa, mariposa».
Quiero que me perdones, si me refiero de nuevo a algo que ha sido casi una constante en estas batallas mías a favor del buen decir. Se trata del verbo degustar. Lo oigo varias veces todos los días —me tiene aburridísima—. Ya nadie se acuerda de que la gente prueba; pero lo peor es que generalmente lo emplean mal. Significa: probar una comida o bebida para valorar su sabor. Eso, nada más. Ni una sola letra agrega el diccionario a la entrada léxica del tan vapuleado vocablo. ¿Por qué se empeñan en convertirlo por obra y gracia de su santísima voluntad, en sinónimo de comer? No lo es. Dicen muy entusiasmados: «¡Y ahora, a degustar la comida!». Siempre en Cuba se usó: probar. Nadie vaya a pensar que me opongo a que los cubanos ampliemos nuestro vocabulario. ¡Muy, muy lejos de ello!, me encantaría que fuéramos unas enciclopedias en guayabera; pero, por favor, no se las den de nuevos Adanes, regalando nombres a las cosas, de aquí para allá, sin encomendarse a Dios ni al diablo. ¡Piedad!
La respuesta de hoy
Un lector (o lectora) anónimo, no con muy buena intención, escribe que alguien se refirió a un ave diciendo que tenía pelo blanco en el pecho. Fui yo la autora del que califica como «imperdonable disparate». Recientemente, en el pequeño espacio del programa Haciendo Radio, de Radio Rebelde, que ocupo los miércoles y sábados, describía un ave; después que hablé de otras características, dije eso, porque pelo significa, en su cuarta acepción, según el Diccionario de la Real Academia Española: «pluma fina de las aves debajo del plumaje exterior».
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