Palabras que van y vienen
Por Celima Bernal (Juventud Rebelde)
Una amiga me llamó muy interesada en que le repitiera el origen de la palabra Papa. Hacía unos días lo había dicho yo, en esos minutos del programa Haciendo Radio que ocupo los miércoles y los sábados.
¡Qué pena, madre mía!, lo recordaba a medias. Estaba grabado desde hacía tiempo, y no lo escuché esa mañana, por motivos justificadísimos: había ido al funeral de un viejo compañero. Por cierto, no sé qué pasa pero, como dice la Dra. María Luisa Rodríguez Columbié, nuestros amigos han cogido hace un tiempecito la manía de morirse.
En ese momento me vino a la mente una frase de mi nieto Jose. Al regreso del círculo infantil, como cada tarde, le pregunté: —¿Qué aprendiste hoy? —Un cantico —fue su respuesta. —Anda, cántamelo —le pedí. —No puedo. —¿Tienes prisa?, ¿estás cansado? Con un gesto de disgusto, me dijo: «Es que me lo aprendí, pero no me lo sé».
A sus apenas tres años, era comprensible, excusable. Sin embargo, así nos sucede a los mayores a veces, más cuando ya hemos llegado a la quinta o sexta edad, pero con la diferencia de que nadie nos lo perdona. Debemos evitarlo a toda costa. Te aconsejo que leas, estudies, atiendas a clases, con la voracidad de un oso recién salido del más largo período de hibernación de su vida. Hazlo ahora que tus neuronas están ávidas de captar cuanto reciben.
Después será tarde. Podrás recitar de memoria los versos que aparecían en el libro de tercer grado, pero no recordarás el apellido de la vecina, y pasarás la noche preocupado, pensando si ya tomaste la medicina o la olvidaste, como te sucedió el lunes pasado.
¡Ah!, ¿ves que era cierto eso de mi falta de memoria? Por poco termino de conversar contigo, y no te digo el origen del vocablo que, sin dudas, a estas alturas estarás queriendo conocer, si, como yo, no lo escuchaste, o como mi amiga y quien tú sabes lo olvidaron: se trata de un acrónimo, incorporado como sustantivo al léxico común, igual que ONU, láser, sida, etc. Procede de una orden de Urbano II, en una fecha tan lejana como el año 198. En ella se dice que designará, en lo adelante, a los pontífices. Está formada por las iniciales de: Pedro, apóstol, pontífice augusto.
La respuesta de hoy
Magda Diéguez, de Bayamo, pregunta si debemos escribir punto después de las letras que forman una sigla. No, solamente se hace cuando van dentro de textos escritos totalmente en mayúsculas. Por ejemplo: La dirección nacional de la FMC se reunió ayer. INFORME MENSUAL DE LA F.M.C.
En este caso, tampoco llevan tilde: CIA, y no CÍA.
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