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lunes, septiembre 17, 2007

Los deportes extremos ganan adeptos en la Isla

Por Norge Martínez Montero (Juventud Rebelde)


Gran algarabía, muchos aplausos, chiflidos y gritos indican al chofer el sitio exacto de la competencia, en una de las áreas del capitalino Parque Metropolitano. Cientos de jóvenes rodeaban una pista pavimentada con diferentes obstáculos, a pesar del implacable sol de verano y de tener que tomar asiento en unas maltrechas ¿gradas?

El evento debió comenzar antes, pero los participantes esperaban ansiosos unos equipos de audio que nunca llegaron. Ante la dificultad decidieron comenzar. Y justo a las 12:20 p.m., el joven Miguel Domínguez Mesa, uno de los organizadores, comenzó a leer las listas de los competidores y las reglas para cada disciplina.

«Primero competirán los patinadores, luego los muchachos de las tablas, y por último los “bicicleteros”. Los que clasifiquen hoy sábado pasan a la última vuelta mañana, cuando definiremos los ganadores por cada especialidad», grita a todo pulmón Domínguez. Luego llama al primer participante.

Durante más de cuatro horas, decenas de jóvenes demuestran sus mejores habilidades y técnicas en la práctica de los deportes extremos. Hicieron acrobacias insospechables con sus patines, tablas y bicicletas.

Pasaban de un lado a otro de un tubo montados en patines o tablas, subían y bajaban por una pequeña rampa, y en el aire hacían varias piruetas, mostrándole al público las ruedas de sus patines o de sus bicicletas.

Esta última modalidad fue la que más gustó. Hubo competidores «suicidas», como el pinareño Dani Daniel Hernández, quien en tres ocasiones intentó dar una vuelta «mortal» con su bici y en todas encontró el piso como almohada, pero recibió el mayor aplauso de los espectadores.

Otros jóvenes dejaron al público boquiabierto y con las manos en la cabeza por la complejidad de sus trucos, y dejaron claro que para este deporte se necesita una alta dosis de atrevimiento y creatividad pero, más que todo, mucha adrenalina para derrochar.

Con lo visto nos percatamos que la práctica de deportes extremos intenta nuevamente ganarse un espacio entre sus aficionados, que son muchos y agradecen las exhibiciones.

No es nuevo en Cuba

Las primeras manifestaciones de algunos deportes extremos tuvieron lugar el pasado siglo en Estados Unidos. Así fue, por lo menos, en el caso de los deportes con bicicleta, patines y patinetas y tablas.

A principios de 1963 al norteamericano Al Fritz, directivo de una fábrica de bicicletas, le comunicaron que no quedaba en las tiendas de Los Ángeles ni una bici. Los jóvenes de allí las habían acaparado todas. Las modernizaban con largos asientos y con estas deambulaban por los barrios angelinos tratando de realizar las mismas piruetas que hacían sus ídolos del motocross.

Aprovechaban descampados, zonas en construcción o lo que fuera para hacer saltos y maniobras bruscas.

La «furia» por aquel tipo de bicicleta hizo que la planta de Fritz modernizara su fabricación y las ganancias para el empresario fueron creciendo. La moda pasó en los años 80 desde Estados Unidos hacia Europa y luego hacia América Latina.

En Cuba las primeras manifestaciones comenzaron a finales de esa década, según las publicaciones de la época. En 1988 algunos jóvenes de la capital comenzaron la práctica de deportes extremos como las patinetas, los patines y las BMX.

«El skateboard o patineta es un deporte recreativo apenas conocido en Cuba, pero que ya cuenta con jóvenes adeptos», dijo la revista cubana Somos Jóvenes en 1988. Desde esa fecha hasta aquí esas prácticas no se desarrollaron mucho hasta hace cinco años, fecha en que la Dirección Nacional del Instituto Nacional de Deportes y Recreación (INDER), comienza a organizar y asesorar la práctica de estas disciplinas, aunque no con el suficiente apoyo todavía.

Lo que falta...

El joven Che Alejandro lleva casi 25 años montando patinetas. Comenzó cuando tenía diez y ahora, por las lesiones y el estado de sus rodillas, no lo hace mucho, por lo que se ha convertido en uno de los más fervientes promotores de la actividad en la Isla.

«Tenemos dificultades que impiden desarrollar estos deportes. Aún es insuficiente el apoyo por parte del INDER, y adquirir los medios para practicarlo es muy difícil», afirma.

La escasa disponibilidad de lugares para practicar es otro de los problemas que enfrentan los jóvenes interesados en estas modalidades.

Voluntad contra dinero

«La práctica de estos deportes es muy cara en todo el mundo. Tanto los equipos como los implementos y las áreas para su ejecución son bastantes costosas. Nuestro país hace cinco años viene tratando de desarrollar la actividad, pero tenemos que priorizar el desarrollo de deportes y actividades en los que ya somos potencia».

Así explica el licenciado Fidel Bonilla, jefe de la Dirección Nacional de Recreación del INDER.

«Hemos logrado algunos avances, pero reconocemos que aún es insuficiente el apoyo económico que brindamos a esas actividades. Esa situación cambiará cuando contemos con más posibilidades de financiamiento. De momento lo que sí tenemos es mucha disposición y voluntad de ayudar a esos jóvenes con lo que podamos», manifiesta el directivo.

Pero se han dado pasos de avance. Se han organizado varias competiciones nacionales. Ya son más de 3 000 los jóvenes en el país que los practican sistemáticamente.

«Estamos resolviendo equipos con algunas donaciones, pero la idea es que un futuro nuestra industria deportiva fabrique los aditamentos. También tenemos aprobado un plan para construir un área amplia en la capital que cumpla con los requisitos de estas a nivel mundial», asegura Bonilla.

Lo que resulta innegable es la buena acogida que tiene la práctica de estas actividades en miles de aficionados y deportistas en la Isla, y la disposición institucional por desarrollarlas, a pesar de las dificultades económicas. Con ambos ingredientes, no debemos asombrarnos si en los próximos cinco años contamos ya con campeones de categoría internacional en los deportes extremos.

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