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domingo, septiembre 09, 2007

Falleció Pavarotti, el cantante de mayor impacto en la música clásica

Por Hugo García (Juventud Rebelde)

Matanzas.— Pavarotti ha quedado en mi corazón. Nunca fui un apasionado de la música clásica, lo reconozco, aunque los tres tenores me conmueven con sus inmensas voces.

Un día me enteré que por esta ciudad andaba un amigo del tenor nombrado Bruno Bellini y me di a la tarea de contactarlo. Con él, una carta introductoria y una docena de preguntas volaron hasta Módena, la ciudad natal del tenor.

Pasó el tiempo. «¡Estas personas de tanta fama difícilmente sepan dónde se encuentra esta Isla!», pensé. Pero a los dos meses, en junio de 2002, llegó a mis manos una carta con una fotografía autografiada: «A Hugo, caramente Luciano Pavarotti». Tal delicadeza me estremeció.

Hoy comprendo el porqué de su grandeza, a golpe de talento, pues nunca abandonó su origen humilde, como primogénito e hijo único varón de un panadero. Me duele profundamente que no me contestara aquel cuestionario pues, les confieso, atesoraba la esperanza de hasta editar un libro con sus respuestas. Sabía de su enfermedad, de conciertos suspendidos, mas comprendía que su voz no se apagaría.

El mundo recordará el próximo 12 de octubre el aniversario 72 de su nacimiento, en Italia, ocurrido en 1935. Y lo hará a pesar de que ya no está, pues Pavarotti fue el cantante que mayor impacto causó en el mundo de la música clásica. Realmente nadie podía creer que este hombre me dedicara su valioso tiempo: «Estoy en el peor momento de mi vida profesional y personal», me decía en su misiva escrita en computadora, pues en las semanas anteriores había perdido a un familiar, al tiempo que se excusaba de no haberme respondido: «Te mando esta foto en compensación», escribió con ternura, mientras sugería que quizá algún día la entrevista se haría realidad.

Cuando ya morían mis sueños de que contestara completo el cuestionario, volví a sufrir esos golpes de pecho por las buenas noticias. Otro sobre llegaba a mis manos, procedente de Londres. Su remitente era nuevamente Pavarotti, quien esta vez enviaba una fotografía cantando en Módena, en el concierto Pavarotti y sus amigos. La imagen venía firmada por detrás, con cuño original, además de una revista con toda la historia y cada concierto de esa gira, también dedicada.

Este hombre me hizo amar su música, indagar sobre su vida, saber que cantó por primera vez en el Coro de Módena, junto a su padre que era un tenor aficionado. Luego en el teatro Regio de Emilia debutó el 29 de abril de 1961, actuando como Rodolfo en La Bohéme; sin embargo, lo que se conoce como el «fenómeno Pavarotti», solo llegaría en 1972 cuando en la producción La fille du régiment, en el Metropolitan Opera de Nueva York, los presentes le brindaron una estremecedora ovación que lo lanzó a los roles más importantes en la carrera de cualquier cantante lírico.

Ya mis amigos, que saben de sus fotos, me conminan a colocarlas en un cuadro. Quizá cuando supere mi tristeza puede que ocupen un sitio en una pared de la casa. Por el momento, su espacio está en mi corazón y prefiero verlo como antes en De la Gran Escena, junto a Plácido, Carreras, la Caballé, Bocelli...

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