La revelación de los moluscos
Por Ronal Suárez Ramos (Granma)
La expedición que estudia el lecho marino de la península de Guanahacabibes, en Pinar del Río, encontró más de 10 nuevas especies gracias a un proyecto cubano que tiene la colaboración de especialistas canadienses.
Dos veces al año se realiza esta incursión, que centra su interés en el estudio de los moluscos, porque según los especialistas, constituyen la mejor muestra para diagnosticar la salud de los ecosistemas.
Esa zona, alejada de todo núcleo urbano e industrial, con un alto nivel de conservación, ofrece las mejores perspectivas para encontrar esas riquezas.
Atendiendo a ello, existe a lo largo de la costa sur el Parque Nacional de igual nombre, aprobado como Área Marina Protegida por acuerdo del Comité ejecutivo del Consejo de Ministros en el año 2001.
Ejecutado por la Oficina para el Desarrollo Integral de la porción más occidental de Cuba, participan varias instituciones, entre las que se destacan por su protagonismo Geocuba y el Instituto de Oceanología.
Tiene tres temáticas fundamentales, una relacionada con la actualización del sistema de información geográfica; otra con la línea de base ambiental, y la tercera vinculada a la educación ambiental, explicó Guillermo Baena, asesor de la Oficina, quien considera que va a aportar datos muy importantes para la toma de decisiones sobre el desarrollo sostenible del área.
Importancia estratégica
Para el doctor Jesús Ortea, catedrático de la Universidad de Oviedo y profesor adjunto del Instituto de Oceanología, una reserva marina está justificada si existe gran riqueza faunística, y la posibilidad de que en caso de catástrofe en el área, haya una exportación de larvas a otras zonas afectadas, que contribuya a su recuperación.
Guanahacabibes, por su situación estratégica en el Caribe y a la entrada del golfo de México, y por la circulación de agua en su entorno, en caso de una catástrofe en las costas de la Florida, o de Yucatán, puede aportar de forma natural fauna para restablecerlas.
Según el científico, con este proyecto se pretende inventariar un grupo focal que hoy ya supera las 700 especies y, colateralmente, ir registrando el resto de la fauna, para definir el valor estratégico, su riqueza, y cuantificar la importancia de la península, cuyos resultados serán de gran alcance, pues la mitad de la fauna marina del país puede estar representada aquí.
Si en Cuba se desarrolla un sistema de reservas marinas donde tengamos protegidas el ciento por ciento de las especies, también lo estará toda la fauna al efecto de cualquier catástrofe, asegura.
Aportes para la ciencia
De acuerdo con el doctor José Espinosa, del Instituto de Oceanología e integrante de la expedición, del 2002 al 2005 se habían descrito 27 nuevas especies para la ciencia y otros 37 registros para Cuba.
Ahora se estudia la fauna de cuevas, algo no realizado antes, lo cual ofrece mucha información y quizás especies nuevas para la ciencia, dijo.
Aunque cerca del 90% de las especies que están en la Península tienen una distribución por todo el Caribe occidental e insular (se pueden encontrar en la mayoría de las costas de Cuba), hay muchas que son de desarrollo directo, o sea, parecen ser endémicas de esta zona.
De esas, hay hasta el momento 12 que creemos, afirma Espinosa, son exclusivas de aquí, identificadas en el cabo de San Antonio y en María la Gorda, y se dispone de un área muy importante para estudiar: el norte de Guanahacabibes, donde los accidentes y la heterogeneidad de ecosistemas son muy altos.
Después de Iván
Espinosa tuvo la oportunidad de bucear a la semana de pasar el huracán Iván. "Estaba todo muy revuelto, pero sabíamos que la potencialidad de los ecosistemas tropicales es alta. Desde que la península existe ha padecido muchos ciclones, y estos fenómenos en cierto modo pueden ser beneficiosos, pues si temporalmente causan daños, después remodelan nuevos fondos y dan oportunidad para que vuelva a surgir la vida con mayor intensidad. Eso es lo que estamos encontrando aquí", afirmó.
Por primera vez, se realiza un inventario de algas de esa área, algo que el técnico del Instituto de Oceanología, Macario Esquivel, considera de suma importancia por su función oxigenadora del medio, como alimento y refugio de las distintas especies, y también como elemento del paisaje.
No por casualidad, un grupo de turistas que acababa de regresar del centro internacional de buceo de María la Gorda, tras el habitual paseo matutino por las profundidades marinas, calificaban lo visto como maravilloso, estupendo, increíble...
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