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sábado, junio 23, 2007

La economía respira con gas

Por Ariel Terrero (Cubaprofunda)

Cuba ha hecho de un recurso antes perdido, el gas acompañante del petróleo, una de sus principales apuestas energéticas. La reciente inauguración de dos nuevas unidades de 35 megaWatt ha elevado a 395 mW la capacidad de generación eléctrica de la planta ENERGAS, propiedad de Cuba y de la canadiense Sherrit International. Sumadas a otra unidad de la Termoeléctrica del Este de La Habana, aumenta a 495 mW la producción nacional de electricidad a partir del volátil hidrocarburo, que antes huía a la atmósfera para lamento simultáneo de la economía y el medio ambiente.

De esta manera, hoy el 13 por ciento de la generación eléctrica cubana tiene como materia prima el gas, informó hace unos días por el secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, Carlos Lage.

De acuerdo con informes del Ministerio de la Industria Básica a los que tuvo acceso Cubaprofunda, los planes del gobierno son elevar al 25 por ciento la participación del gas en la producción de electricidad hacia el año 2009, cuando concluya el grueso del programa denominado Revolución Energética. El otro objetivo priorizado por las inversiones son los grupos electrógenos alimentados con fuel oil, que según tales planes sostendrían, para esa fecha, alrededor del 62 por ciento de la generación en este archipiélago.

La electricidad a partir del gas resulta la más eficiente por ser el combustible más barato. Le sigue la generación con fuel oil. Mientras una termoeléctrica tradicional emplea entre 270 y 300 gramos de combustible por kiloWatt, una planta de fuel oil consume entre 200 y 220 gramos por kW.

Por lo pronto, las inversiones en curso han elevado ya a 3.400 mW la capacidad de generación instalada en Cuba, casi un 20 por ciento por encima de la demanda máxima, que es 2.500 mW, dijo Lage en la inauguración de las nuevas unidades de ENERGAS.

En consecuencia, han disminuido sensiblemente los apagones que amargaron noches y días de los cubanos hasta el año 2005. Las interrupciones de hoy no obedecen a un déficit de generación, a averías de viejas termoeléctricas o a la escasez de petróleo, sino al deterioro de las líneas de transmisión eléctrica, cuya reparación se ha convertido en otro objetivo urgente de la Revolución Energética.

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