Reconocen avances en transplantes de córnea en Cuba
Por Mileyda Menéndez Dávila y Mairim Silva Rodríguez (Juventud Rebelde)
Tras casi una hora de operación, Carlos Herrera mantiene una quietud que contrasta con el activo ir y venir del personal médico por el frío salón del Instituto Nacional de Oftalmología Pando Ferrer.
No solo están inmóviles su aprisionado párpado izquierdo y el globo ocular sobre el que maniobra a través de un potente microscopio el doctor Urbano Rodríguez: todo su cuerpo colabora para que el diminuto campo operatorio se mantenga estable y la «nueva» córnea selle con éxito sobre la abertura de apenas ocho milímetros, practicada por el especialista donde antes regía la opacidad que lo privaba de visión. Minutos antes de recibir la anestesia local, Carlos contó a estas reporteras que el ambiente no era nuevo para él: cinco años atrás, un golpe con una columna al bajar de un ómnibus le produjo un desprendimiento del cristalino. Así, «por accidente y no por edad» —recalca— desembocó en una catarata que lo llevó por primera vez al quirófano en junio de 2006. Pero la evolución posterior no fue favorable, y en enero de este año fue incluido en la lista de espera para trasplantes de córnea, que en estos momentos integran unos 79 candidatos.
«Me avisaron el miércoles y hoy viernes estoy aquí... Más rápido ¡imposible!», decía con optimismo al instalarse en el puesto quirúrgico: uno de los 34 con que cuenta este centro.
BANCO DE OJOS
Un año después deberá retirarse en la consulta.A la vera de Carlos llegamos tras conocer en el «banco de ojos» a la doctora Elizabeth Escalona, jefa del Servicio de Córnea del Instituto, y al técnico Justino Ángel García, quien nos mostró el proceso de separación de ese robusto tejido transparente del órgano donado.
Según nos explican, la córnea tiene ciertos privilegios inmunológicos, con menos posibilidad de rechazo que otros trasplantes. Uno de ellos es ser un tejido avascular, cuya manipulación no produce sangramiento.
En la elección del donante no incide el grupo sanguíneo, pero una vez recepcionado el globo ocular se le hacen varios estudios para descartar enfermedades como las hepatitis, el VIH/sida u otras, y comprobar que el implante es viable.
El tiempo de conservación puede ser de hasta 14 días, aunque el injerto debe hacerse durante los siete primeros. Según estadísticas del centro, más del 70 por ciento de las córneas recibidas son aprovechables.
En cada región del mundo los límites de edad para el donante son variables, y pueden ir desde los cinco años hasta los ochenta. En Cuba no se ha incursionado aún en infantes: siempre se trabaja con mayores de 18 años.
En cambio sí tenemos experiencia en receptores pediátricos, de hasta un año de edad. Las principales causas para que estos necesiten un trasplante son los accidentes domésticos, quemaduras u otros traumatismos sufridos con objetos punzantes o juguetes.
Según explica la doctora Escalona, los trasplantes de córnea pueden tener tres fines: óptico, cuando se trata de devolver la visión al receptor; terapéutico, para salvar el globo ocular o mantener su integridad hasta futuras intervenciones, y estético, cuando se hace para eliminar opacidades que afean el rostro o afectan la autoestima del paciente.
Además de estas operaciones, el equipo de la doctora Escalona realiza otras cirugías preparadoras del terreno o para mejorar el epitelio corneal y disminuir las infecciones, como son los trasplantes de células límbicas (tomadas del otro ojo o de un donante familiar) y los injertos de membrana amniótica.
«Teniendo en cuenta todas las especialidades oftalmológicas, el Pando Ferrer practica cada día más de cien operaciones», explicó a JR la doctora Bárbara Carril, coordinadora de la Operación Milagro en este centro capitalino.
«Entre el 70 y el 80 por ciento de ellas son a pacientes nacionales en la actualidad, y en los trasplantes solo se procede con cubanos porque aún la demanda de este tejido es mayor que las posibilidades de obtenerlo», precisa ella.
RED DE LARGA VISIÓN
Pero lo que acaba felizmente en el Pando Ferrer con la oportuna cooperación del receptor, suele comenzar días atrás, en un distante hospital de cualquier parte de la Isla, con la extracción, traslado y conservación del globo ocular de una persona fallecida.
Desde el 2001, la red nacional de coordinación de trasplantes es la encargada de identificar posibles donantes, interactuar con la familia para recabar su solidario gesto y elegir al beneficiado dentro de la lista, controlada informáticamente.
Además de los capitalinos Pando Ferrer, Hospital Hermanos Ameijeiras, Calixto García y CIMEQ, instituciones de varias provincias han incursionado también en este campo de la trasplantología oftalmológica.
Otros se incorporarán en la medida en que la capacitación genere nuevos especialistas en este campo, elegidos entre oftalmólogos de experiencia y nuevos residentes, que pasan por este centro rector para entrenarse.
En años anteriores la lista de espera superaba los 300 pacientes en todo el país. Algunos debieron esperar hasta cinco años, como resultado de la disparidad —aún existente— en el binomio donante-receptor. Por eso la doctora Escalona considera un gran éxito mantener la lista por debajo de cien, y mucho más que ya se hayan hecho 85 trasplantes en el 2007. El tratamiento posterior no es complejo, aunque sí resulta esencial el autocuidado, la asistencia periódica del trasplantado a la consulta y una vigilancia estricta de los síntomas que indican cuando algo no está bien.
«Un episodio de rechazo puede darse en cualquier momento: a las pocas horas, dentro del primer año posterior a la operación o al pasar una década... Lo importante es saber que si se detecta a tiempo puede ser reversible», alerta la doctora Escalona, y precisa que en algunos casos se impone una nueva intervención, pero la probabilidad es mínima.
«En los últimos años, más del 90 por ciento de los trasplantes con fines ópticos han sido exitosos», acota la doctora Silvia María López, una de las especialistas entrevistadas, quien insiste en ese nuevo cordón umbilical que surge entre el paciente y el especialista que lo atiende: «Una unión responsable y de por vida, para garantizar el éxito a largo plazo.
«Este servicio se ofrece aquí desde hace más de tres décadas, pero siempre en cifras muy pequeñas. A partir de los ‘90 el promedio fue de 40 anuales», enfatiza la doctora López.
En el 2006 batieron récord, con 450 operaciones a nivel nacional —332 en el Pando Ferrer— gracias al mayor número de donantes captados, por lo cual extienden su reconocimiento a los familiares de esos fallecidos, por el alto grado de sensibilidad y comprensión demostradas en un momento sin dudas difícil para cualquier familia.
En general, la cultura de la trasplantología aún es joven en nuestro país, a nivel social y de las propias instituciones de salud. Todavía es preciso motivar a más personas para que se inclinen por una decisión que redunda en el rescate o el mejoramiento de la vida de otros seres humanos.
Especialmente sensible resulta ver llegar a cualquier centro asistencial a menores de edad con un ojito o ambos dañados irremisiblemente. La solución está muchas veces bajo los párpados de algún fallecido, que de cualquier modo ya no podrá seguir contemplando el mundo.
Pero sobre todo está en manos de sus dolientes, que pueden, altruistamente, marcar la diferencia.
Decisión de trasplante
Las opacidades de la córnea pueden ser congénitas o adquiridas por un traumatismo, producto de infecciones u otras enfermedades. La decisión de realizar el trasplante está condicionada por la afección de base, y se desestima si existen además otros daños estructurales en el ojo del receptor que comprometan seriamente el resultado. Los trasplantes pueden ser totales (cambia toda la córnea) y parciales o lamelares (se sustituyen algunas capas). En el mismo acto quirúrgico pueden combinarse otros procederes, como la operación de cataratas, implante de lentes oculares o reconstrucción del segmento anterior del ojo.
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