Cuba: Para gustos se han hecho refranes
Por Mayra Pardillo Gómez* (Prensa Latina)
Sancti Spíritus, Cuba.- A Tomás Álvarez de los Ríos se le ocurrió un día revestir los ladrillos de su vivienda con tablillas de barro y grabar en ellas miles de aforismos, convirtiendo su hogar en el único Museo de Refranes del mundo.
Esas breves sentencias, que encierran una gran enseñanza y que la tradición oral impide que se pierdan en el tiempo, suman unas cinco mil distribuidas en esas paredes inusuales, adornadas con palabras dichas y escritas en todas las culturas y latitudes.
Tomás, como sencillamente todos los conocidos le llaman, ostenta la condición de Símbolo Humano de esta provincia central e Hijo Ilustre de la ciudad del Yayabo, nombre con el que se denomina a Sancti Spíritus, con motivo de atravesarla un río con ese nombre.
El octogenario periodista y escritor tuvo la oportunidad de viajar hace unos años a Venezuela, donde estuvo exiliado antes del triunfo del Primero de Enero de 1959.
Su casa en Sancti Spíritus, villa fundada en 1514 por el Adelantado Diego Velázquez, es hoy una verdadera colección de máximas, proverbios o dichos, como se le quiera llamar.
Enclavada a la entrada de la colonial ciudad, en el centro de Cuba y a unos 350 kilómetros al este de La Habana, en el portal de esta casa con característico techo de tejas rojas, los recibirán el octogenario periodista y su compañera durante cinco décadas.
Recopilados con paciencia, sapiencia y dedicación por el autor de la novela costumbrista Las Farfanes, el singular lugar es visitado por cubanos y extranjeros en los que predomina la curiosidad.
En cada ladrillo hay un refrán, esa expresión sintetizada de la sabiduría humana, trasmitida de generación en generación, de padres a hijos y de abuelos a nietos; algunos hacen sonreír, incluso hasta la hilaridad, pero todos sin distinción motivan a la reflexión.
De muchos lugares del planeta le llegan nuevos axiomas para engrosar la colección y ya no queda un ladrillo vacío en los cuatro portales de la edificación, donde además se conservan objetos usados por los campesinos cubanos, como arados y molinos de maíz.
La Casa de Tomás es un museo diferente, sin salas para exponer las obras o colecciones, sin estirados o simpáticos guías y mucho menos con horarios estrictos en que las puertas se abren o cierran al visitante.
En la casa donde reside hace más de 20 años tiene un molino de viento, un arado y un pequeño huerto con plantas medicinales a las que menciona en su novela Las Farfanes, cuya adaptación para la radio tuvo una gran repercusión en la isla caribeña.
Tomás Álvarez de los Ríos (Guayos, 1918, Sancti Spíritus), es autor de cinco novelas: Las Farfanes; Candelaria; Los triángulos del amor; Tronco, ramas y raíces; y Esos carreteros, e incursiona también en el cuento y el testimonio.
Tiene refranes sobre el amor, la amistad, los animales, el comer, la edad, el cuerpo, la guerra, el hombre, la mujer, la naturaleza, los oficios, la riqueza, el saber, la vida, los valores... En fin, sobre lo humano y lo divino.
Los ha compilado o se los han hecho llegar de países de Centroamérica, Sudamérica, Europa y otras regiones del mundo.
De su amplia recopilación sobre el tema universal del amor hemos escogido los siguientes: A la boda la llaman tontera; A la mujer casada y casta, con el marido le basta; A mucho amor, mucho perdón; A un gustazo, un trancazo; y Ama de buen grado si quieres ser amado.
Amar es nunca tener que pedir perdón; Amor con amor se paga; y Amor grande, amor de madre, aseguro que son tres de los que más me agradan referidos al ámbito amoroso.
Sobre ese mismo tópico los hay que mueven a la risa o a la meditación: Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero; El amor perfecto a veces no llega hasta el primer nieto; El amor y la tos no pueden ocultarse; y El amor y los huevos, mejor frescos.
Feliz la doncella que se casa con un huérfano de madre; La que mucho enseña lo que tiene, darlo o venderlo quiere; Más fuerte era Sansón y lo venció el amor; y No hay muerto malo ni novia que no sea bonita.
Ojos que no ven, corazón que no siente; Oscuridad de la casa candil de la calle; estos son dos de los más populares en la isla caribeña.
Para los amigos, Tomás ha encontrado en su afán investigativo algunas sentencias como estas: A los amigos se les conoce en la desgracia; y Amigo en la adversidad, amigo en la realidad.
Con el amigo bueno hasta la sepultura; Cuídate del amigo que fue antes enemigo; y El abrazo de un verdadero amigo no tiene precio, se suman a los anteriores.
El mejor espejo es el ojo del amigo; El peor testigo, el que fue tu amigo; y En cárcel y hospital, verás al amigo leal, encierran una enseñanza tremenda.
La amistad es amistad, pero el queso es dinero; La amistad es miel, pero no te la comas; Quien busca amigos sin defectos, queda sin amigos; y Quien da consejo no pedido, se arriesga a perder el consejo y el amigo, integran esa larga lista de refranes escogidos por este tenaz espirituano.
El hombre se nutre de esas aparentes pequeñas cosas que mentes inteligentes supieron reducir en pocas palabras.
Por usted aguardan estos dichos populares en las paredes de esa casa espirituana; escoger los que más le convengan, según la ocasión, está en sus manos, porque en definitiva para gustos, se han hecho... los refranes.
*La autora es Corresponsal de Prensa Latina en Sancti Spíritus.
Sancti Spíritus, Cuba.- A Tomás Álvarez de los Ríos se le ocurrió un día revestir los ladrillos de su vivienda con tablillas de barro y grabar en ellas miles de aforismos, convirtiendo su hogar en el único Museo de Refranes del mundo.
Esas breves sentencias, que encierran una gran enseñanza y que la tradición oral impide que se pierdan en el tiempo, suman unas cinco mil distribuidas en esas paredes inusuales, adornadas con palabras dichas y escritas en todas las culturas y latitudes.
Tomás, como sencillamente todos los conocidos le llaman, ostenta la condición de Símbolo Humano de esta provincia central e Hijo Ilustre de la ciudad del Yayabo, nombre con el que se denomina a Sancti Spíritus, con motivo de atravesarla un río con ese nombre.
El octogenario periodista y escritor tuvo la oportunidad de viajar hace unos años a Venezuela, donde estuvo exiliado antes del triunfo del Primero de Enero de 1959.
Su casa en Sancti Spíritus, villa fundada en 1514 por el Adelantado Diego Velázquez, es hoy una verdadera colección de máximas, proverbios o dichos, como se le quiera llamar.
Enclavada a la entrada de la colonial ciudad, en el centro de Cuba y a unos 350 kilómetros al este de La Habana, en el portal de esta casa con característico techo de tejas rojas, los recibirán el octogenario periodista y su compañera durante cinco décadas.
Recopilados con paciencia, sapiencia y dedicación por el autor de la novela costumbrista Las Farfanes, el singular lugar es visitado por cubanos y extranjeros en los que predomina la curiosidad.
En cada ladrillo hay un refrán, esa expresión sintetizada de la sabiduría humana, trasmitida de generación en generación, de padres a hijos y de abuelos a nietos; algunos hacen sonreír, incluso hasta la hilaridad, pero todos sin distinción motivan a la reflexión.
De muchos lugares del planeta le llegan nuevos axiomas para engrosar la colección y ya no queda un ladrillo vacío en los cuatro portales de la edificación, donde además se conservan objetos usados por los campesinos cubanos, como arados y molinos de maíz.
La Casa de Tomás es un museo diferente, sin salas para exponer las obras o colecciones, sin estirados o simpáticos guías y mucho menos con horarios estrictos en que las puertas se abren o cierran al visitante.
En la casa donde reside hace más de 20 años tiene un molino de viento, un arado y un pequeño huerto con plantas medicinales a las que menciona en su novela Las Farfanes, cuya adaptación para la radio tuvo una gran repercusión en la isla caribeña.
Tomás Álvarez de los Ríos (Guayos, 1918, Sancti Spíritus), es autor de cinco novelas: Las Farfanes; Candelaria; Los triángulos del amor; Tronco, ramas y raíces; y Esos carreteros, e incursiona también en el cuento y el testimonio.
Tiene refranes sobre el amor, la amistad, los animales, el comer, la edad, el cuerpo, la guerra, el hombre, la mujer, la naturaleza, los oficios, la riqueza, el saber, la vida, los valores... En fin, sobre lo humano y lo divino.
Los ha compilado o se los han hecho llegar de países de Centroamérica, Sudamérica, Europa y otras regiones del mundo.
De su amplia recopilación sobre el tema universal del amor hemos escogido los siguientes: A la boda la llaman tontera; A la mujer casada y casta, con el marido le basta; A mucho amor, mucho perdón; A un gustazo, un trancazo; y Ama de buen grado si quieres ser amado.
Amar es nunca tener que pedir perdón; Amor con amor se paga; y Amor grande, amor de madre, aseguro que son tres de los que más me agradan referidos al ámbito amoroso.
Sobre ese mismo tópico los hay que mueven a la risa o a la meditación: Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero; El amor perfecto a veces no llega hasta el primer nieto; El amor y la tos no pueden ocultarse; y El amor y los huevos, mejor frescos.
Feliz la doncella que se casa con un huérfano de madre; La que mucho enseña lo que tiene, darlo o venderlo quiere; Más fuerte era Sansón y lo venció el amor; y No hay muerto malo ni novia que no sea bonita.
Ojos que no ven, corazón que no siente; Oscuridad de la casa candil de la calle; estos son dos de los más populares en la isla caribeña.
Para los amigos, Tomás ha encontrado en su afán investigativo algunas sentencias como estas: A los amigos se les conoce en la desgracia; y Amigo en la adversidad, amigo en la realidad.
Con el amigo bueno hasta la sepultura; Cuídate del amigo que fue antes enemigo; y El abrazo de un verdadero amigo no tiene precio, se suman a los anteriores.
El mejor espejo es el ojo del amigo; El peor testigo, el que fue tu amigo; y En cárcel y hospital, verás al amigo leal, encierran una enseñanza tremenda.
La amistad es amistad, pero el queso es dinero; La amistad es miel, pero no te la comas; Quien busca amigos sin defectos, queda sin amigos; y Quien da consejo no pedido, se arriesga a perder el consejo y el amigo, integran esa larga lista de refranes escogidos por este tenaz espirituano.
El hombre se nutre de esas aparentes pequeñas cosas que mentes inteligentes supieron reducir en pocas palabras.
Por usted aguardan estos dichos populares en las paredes de esa casa espirituana; escoger los que más le convengan, según la ocasión, está en sus manos, porque en definitiva para gustos, se han hecho... los refranes.
*La autora es Corresponsal de Prensa Latina en Sancti Spíritus.
0 comentarios:
Publicar un comentario