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lunes, agosto 21, 2006

El teléfono en Ciego de Avila

Por José Martín Suárez Alvarez (Invasor Digital)

La construcción de la Trocha de Júcaro a Morón contribuyó significativamente al mejoramiento de las comunicaciones en Ciego de Ávila.

Por imperativo de las guerras emancipadoras del siglo XIX, se instaló el servicio telegráfico entre Júcaro, Ciego de Ávila y Morón, que se conectó, a su vez, con las villas de Puerto Príncipe y Sancti Spíritus.

Al puerto sureño llegó un ramal del cable submarino internacional procedente de los Estados Unidos, lo que fue muy notable para la época.

Levantada en la Plaza del Pueblo, la torre óptica o heliográfica constituyó otro elemento que viabilizó la correspondencia militar a través de códigos y señales luminosas.

Pero la instalación del teléfono público no comenzó a ejecutarse hasta 10 años después de constituida La seudorrepública.

En 1905 apareció el novedoso sistema de comunicación a distancia en la ciudad de Camagüey, entonces capital de la provincia. Los dilatados procesos de concesiones inversionistas impidieron que comenzara a funcionar antes de 1912.

Y fue precisamente ese año en que llegó el teléfono a la joven ciudad de Ciego de Ávila, según lo atestigua una carta enviada el 9 de mayo al Ayuntamiento por el señor Félix M. Rivero, administrador de la Cuban Telephone Company.

Es oportuno señalar que a mediados de 1909 se aprobó por el Ejecutivo de la nación la concesión otorgada a esa empresa yanqui por ley del Congreso para monopolizar el sistema telefónico en Cuba, tal y como consta en la Gaceta Oficial de la República.

En el documento enviado a la Alcaldía de Ciego de Ávila, presidida entonces por Adolfo Morgado, el representante del monopolio norteamericano solicitó autorización para "hincar los postes redondos de madera dura que necesite, por las calles de esta villa y los pueblos del Término Municipal, a fin de llevar a cabo la instalación del servicio telefónico local y de larga distancia".

Como es de suponer, el Ayuntamiento aprobó la petición y comenzaron los trabajos sin pérdida de tiempo. La tecnología no sería automática y las llamadas se realizarían por medio de un centro telefónico.

Finalizando el mencionado año, la comunicación mediante el novedoso medio se hizo realidad. Uno de los primeros aparatos quedó instalado en la oficina del Alcalde, y el resto, por supuesto, asignado a las personalidades más prominentes y pudientes de la localidad.

Al propio tiempo, el presidente de la Cuban Telephone Company, míster William M. Tabott, informó a la prensa que ya funcionaban en Cuba 11 437 teléfonos y que aumentaban las solicitudes del importante servicio. Además, declaraba utilidades superiores a los 600 000 dólares en apenas 12 meses.

Fue extendiéndose la red paulatinamente hacia los barrios de José Miguel Gómez (Quince y Medio) y Majagua. Ello se explica, en el caso del primero, por la existencia de dos centrales azucareros y un puerto, y en el segundo, por el auge comercial que allí se experimentaba.

En la medida que la expansión azucarera impactó sobre la ciudad cabecera del Término Municipal, aumentaba la urbanización y la población. El teléfono marchaba a la par, siguiendo las huellas del azúcar.

Los empleados de la Compañía de Teléfonos, en 1919, realizaron una gran campaña publicitaria, visitaron los domicilios buscando suscriptores e, incluso, ofertaron instalaciones gratuitas, prometiendo que si reunían un número suficiente de solicitudes montarían el servicio local automatizado.

Tal vez algunos de aquellos postes de madera de 1912, verdaderos retadores del tiempo, aún permanezcan en pie en la ciudad de Ciego de Ávila o en un pueblo cercano, para dar fe de un hecho trascendental que marcó la vida de los avileños.

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