Caridad: una de las mujeres más obesas de Cuba
Por Norge Martínez Montero (Juventud Rebelde)
Nunca vi ojos más tristes. Su mirada perdida entre el llanto y el desconsuelo. Había hablado con ella por teléfono, y al principio me pareció una broma de mal gusto. Cambié de opinión cuando escuché su respiración jadeante y entrecortada por las lágrimas.
«Necesito que usted venga a mi casa para que me vea. Estoy muy enferma y me duele hasta el alma. Hace siete meses estoy “presa” en un sillón. Tengo como 500 libras de peso y ya no controlo mi cuerpo».
Solo atiné a preguntar nombre, dirección y decirle que iría pronto. Así conocí a Caridad Águeda Martín Ortega, en el capitalino municipio de Playa, quien con 56 años carga, además de sus más de 500 libras — se le considera una de las mujeres más obesas de Cuba —, una larga lista de incomprensiones y frustraciones.
Ni aún intentando ser agradable pude ver una sonrisa en aquel rostro castigado por el sufrimiento.
«No me gusta verme así y menos que me vean. Mire estas fotos. Son de mi boda hace más de 37 años. Cada vez que las veo me echo a llorar», dice mientras me extiende una instantánea donde aparece una linda muchacha de unas cien libras de peso.
Hace más de 27 años un inadecuado dictamen médico y tratamiento afectó su funcionamiento hormonal y desde esa fecha comenzó a engordar.
«Antes iba a consultas, pero la última vez que me paré de este sillón fue el 12 de septiembre del pasado año. Aquí lo hago todo: duermo, como, vivo», dice mientras respira profundo, buscando aire para seguir hablando.
—¿Por qué no busca ayuda clínica?
—Casi no puedo moverme. Las consultas a las que tengo que ir son a nivel de hospitales donde radican las especialidades. La única vía para salir de aquí es montada en una grúa que tienen los bomberos y ahí no me monto. No lo resistiré. Prefiero morir aquí.
«Cuando empecé a engordar desmesuradamente pedí a las autoridades competentes que me cambiaran mi apartamento de tres cuartos en Miramar, por uno en un primer piso para asistir con mayor facilidad a las consultas médicas.
«Han pasado años y nunca me han hecho ni una propuesta siquiera para resolver mi problema. Si acudo a ustedes es porque ya no aguanto más».
Caridad enseña entonces las cartas que ha escrito a diversas instancias del país, manifestando lo difícil de su situación, y pidiendo que se le facilite una permuta de su vivienda.
CASO CRÍTICO
Juventud Rebelde visitó a la mayoría de los funcionarios relacionados con el citado caso.
«Estamos identificados con el problema de Caridad Águeda Martín. Sabemos y reconocemos que un año es mucho tiempo para solucionarlo, por su estado de salud, pero no contamos ahora con un apartamento de tres cuartos, en bajos, como ella quiere. Eso complica la solución», dice Claudio Crespo Pulido, jefe del Departamento de Atención a la Población de la Vivienda Provincial de la capital.
«Ella tiene razón en ir a todas las instancias. Me pongo en su lugar y sé que no es fácil lo que está pasando. Por lo que respecta a nosotros, cada vez que la Comisión Provincial se reúne el primer tema que tratamos es el de ella. Es un caso de máxima prioridad entre los más de 18 000 que tenemos», manifiesta el funcionario.
JR comprobó que varias casas en Playa cumplen con los requisitos para otórgaselas a Caridad, pero ni Vivienda Municipal ni Provincial tienen facultad para concederlas.
«Según los registros del Departamento de Control del Fondo de este órgano, desde 2004 hasta la fecha existen 29 inmuebles, ubicados en zona congelada, que no han sido objeto de destino alguno, y esta administración no tiene facultad para emitir disposición en este sentido», comunicó textualmente a este diario Bárbara Valmaña Sobrino, directora de la Vivienda Municipal de Playa.
Pero Caridad no exige que la permuta sea precisamente para el mismo municipio donde ahora reside: «Lo que necesito es poder atenderme, y facilitarles a mis hijas poder trasladarme en casos de consultas médicas y emergencias. Claro, si me consiguen una casa en Playa mejor, pero nadie me ha hecho nunca una propuesta oficial para otro municipio», asevera.
Otra incongruencia entre las historias contadas por Caridad y directivos municipales y provinciales de Vivienda, está relacionada con el tiempo que ella lleva tratando de solucionar su dificultad.
«Desde finales del año 2004 se confeccionó el expediente de Caridad para un cambio de vivienda y nunca se ha extraviado de nuestras oficinas», dijo la Directora de la Vivienda en Playa.
Caridad asegura que hace más de 25 años que está tratando de que le cambien su casa, y que en una ocasión sus papeles desaparecieron de las oficinas de Vivienda municipal, lo cual la obligó a acudir a instancias provinciales de Vivienda hace dos años, porque en el nivel municipal le aseguraron que no podían ayudarla.
Aunque la documentación de Águeda Martín fue confeccionada en 2004, es demasiado tiempo para resolver lo que el Jefe del Departamento de Atención a la Población de la Vivienda Provincial considera «un caso crítico».
Los vecinos de Caridad corroboran que ella lleva varios años tratando de que le cambien la casa. Así lo afirma también Bárbara Pelegrino, delegada de la circunscripción.
«Cuando asumí este cargo hace alrededor de dos años, el delegado saliente me entregó el expediente de Caridad como uno de los casos sociales urgentes. Nosotros le tramitamos la inquietud al presidente del Consejo Popular, quien ya sabía también del asunto. Lograr que ella solucione su problema es un gran anhelo de todos nosotros en la zona», añade la delegada.
La presidenta del CDR afirma que Caridad lleva alrededor de 20 años tratando de que le cambien su vivienda. «A menudo la dirección del CDR se reúne para analizar cómo anda ese asunto. Caridad es una cederista preocupada por las actividades que realizamos. Cuando podía, participaba en todas».
SALUD DELICADA
El estado clínico de Caridad Águeda Martín Ortega es delicado. Así lo asegura la doctora Tania Treto Cárdenas, directora del policlínico Ana Betancourt, al cual pertenece Caridad.
«Es una paciente que ha tenido un incremento considerable de peso corporal en los últimos tiempos. Tiene una obesidad desproporcionada, hipertensión arterial, exceso de colesterol en sangre, diabetes, problemas en el vientre por su gran obesidad, incremento del ácido úrico, una hernia umbilical y sinovitis crónica de ambas rodillas, entre otras.
«Está imposibilitada físicamente para bajar y subir escaleras, y por lo tanto lo que recibe son visitas de terreno. Presenta también una gran dificultad porque no contamos con un esfigmo que abarque toda el área de su brazo y no podemos tomarle la presión», argumenta la doctora Tania Treto.
—¿Cómo se resuelve clínicamente este caso?
—Ella debe ingresar en un hospital y ser tratada por un equipo multidisciplinario. Nosotros conocemos su caso hace alrededor de un año y le propusimos ingresarla, pero ella tiene pánico de montarse en la grúa de los bomberos. Yo entiendo su temor, pero es la única vía que tenemos para resolver.
Las duras circunstancias en las que vive Caridad, hacen de su casa una prisión de donde puede escapar solo en sus sueños.
Nunca vi ojos más tristes. Su mirada perdida entre el llanto y el desconsuelo. Había hablado con ella por teléfono, y al principio me pareció una broma de mal gusto. Cambié de opinión cuando escuché su respiración jadeante y entrecortada por las lágrimas.
«Necesito que usted venga a mi casa para que me vea. Estoy muy enferma y me duele hasta el alma. Hace siete meses estoy “presa” en un sillón. Tengo como 500 libras de peso y ya no controlo mi cuerpo».
Solo atiné a preguntar nombre, dirección y decirle que iría pronto. Así conocí a Caridad Águeda Martín Ortega, en el capitalino municipio de Playa, quien con 56 años carga, además de sus más de 500 libras — se le considera una de las mujeres más obesas de Cuba —, una larga lista de incomprensiones y frustraciones.
Ni aún intentando ser agradable pude ver una sonrisa en aquel rostro castigado por el sufrimiento.
«No me gusta verme así y menos que me vean. Mire estas fotos. Son de mi boda hace más de 37 años. Cada vez que las veo me echo a llorar», dice mientras me extiende una instantánea donde aparece una linda muchacha de unas cien libras de peso.
Hace más de 27 años un inadecuado dictamen médico y tratamiento afectó su funcionamiento hormonal y desde esa fecha comenzó a engordar.
«Antes iba a consultas, pero la última vez que me paré de este sillón fue el 12 de septiembre del pasado año. Aquí lo hago todo: duermo, como, vivo», dice mientras respira profundo, buscando aire para seguir hablando.
—¿Por qué no busca ayuda clínica?
—Casi no puedo moverme. Las consultas a las que tengo que ir son a nivel de hospitales donde radican las especialidades. La única vía para salir de aquí es montada en una grúa que tienen los bomberos y ahí no me monto. No lo resistiré. Prefiero morir aquí.
«Cuando empecé a engordar desmesuradamente pedí a las autoridades competentes que me cambiaran mi apartamento de tres cuartos en Miramar, por uno en un primer piso para asistir con mayor facilidad a las consultas médicas.
«Han pasado años y nunca me han hecho ni una propuesta siquiera para resolver mi problema. Si acudo a ustedes es porque ya no aguanto más».
Caridad enseña entonces las cartas que ha escrito a diversas instancias del país, manifestando lo difícil de su situación, y pidiendo que se le facilite una permuta de su vivienda.
CASO CRÍTICO
Juventud Rebelde visitó a la mayoría de los funcionarios relacionados con el citado caso.
«Estamos identificados con el problema de Caridad Águeda Martín. Sabemos y reconocemos que un año es mucho tiempo para solucionarlo, por su estado de salud, pero no contamos ahora con un apartamento de tres cuartos, en bajos, como ella quiere. Eso complica la solución», dice Claudio Crespo Pulido, jefe del Departamento de Atención a la Población de la Vivienda Provincial de la capital.
«Ella tiene razón en ir a todas las instancias. Me pongo en su lugar y sé que no es fácil lo que está pasando. Por lo que respecta a nosotros, cada vez que la Comisión Provincial se reúne el primer tema que tratamos es el de ella. Es un caso de máxima prioridad entre los más de 18 000 que tenemos», manifiesta el funcionario.
JR comprobó que varias casas en Playa cumplen con los requisitos para otórgaselas a Caridad, pero ni Vivienda Municipal ni Provincial tienen facultad para concederlas.
«Según los registros del Departamento de Control del Fondo de este órgano, desde 2004 hasta la fecha existen 29 inmuebles, ubicados en zona congelada, que no han sido objeto de destino alguno, y esta administración no tiene facultad para emitir disposición en este sentido», comunicó textualmente a este diario Bárbara Valmaña Sobrino, directora de la Vivienda Municipal de Playa.
Pero Caridad no exige que la permuta sea precisamente para el mismo municipio donde ahora reside: «Lo que necesito es poder atenderme, y facilitarles a mis hijas poder trasladarme en casos de consultas médicas y emergencias. Claro, si me consiguen una casa en Playa mejor, pero nadie me ha hecho nunca una propuesta oficial para otro municipio», asevera.
Otra incongruencia entre las historias contadas por Caridad y directivos municipales y provinciales de Vivienda, está relacionada con el tiempo que ella lleva tratando de solucionar su dificultad.
«Desde finales del año 2004 se confeccionó el expediente de Caridad para un cambio de vivienda y nunca se ha extraviado de nuestras oficinas», dijo la Directora de la Vivienda en Playa.
Caridad asegura que hace más de 25 años que está tratando de que le cambien su casa, y que en una ocasión sus papeles desaparecieron de las oficinas de Vivienda municipal, lo cual la obligó a acudir a instancias provinciales de Vivienda hace dos años, porque en el nivel municipal le aseguraron que no podían ayudarla.
Aunque la documentación de Águeda Martín fue confeccionada en 2004, es demasiado tiempo para resolver lo que el Jefe del Departamento de Atención a la Población de la Vivienda Provincial considera «un caso crítico».
Los vecinos de Caridad corroboran que ella lleva varios años tratando de que le cambien la casa. Así lo afirma también Bárbara Pelegrino, delegada de la circunscripción.
«Cuando asumí este cargo hace alrededor de dos años, el delegado saliente me entregó el expediente de Caridad como uno de los casos sociales urgentes. Nosotros le tramitamos la inquietud al presidente del Consejo Popular, quien ya sabía también del asunto. Lograr que ella solucione su problema es un gran anhelo de todos nosotros en la zona», añade la delegada.
La presidenta del CDR afirma que Caridad lleva alrededor de 20 años tratando de que le cambien su vivienda. «A menudo la dirección del CDR se reúne para analizar cómo anda ese asunto. Caridad es una cederista preocupada por las actividades que realizamos. Cuando podía, participaba en todas».
SALUD DELICADA
El estado clínico de Caridad Águeda Martín Ortega es delicado. Así lo asegura la doctora Tania Treto Cárdenas, directora del policlínico Ana Betancourt, al cual pertenece Caridad.
«Es una paciente que ha tenido un incremento considerable de peso corporal en los últimos tiempos. Tiene una obesidad desproporcionada, hipertensión arterial, exceso de colesterol en sangre, diabetes, problemas en el vientre por su gran obesidad, incremento del ácido úrico, una hernia umbilical y sinovitis crónica de ambas rodillas, entre otras.
«Está imposibilitada físicamente para bajar y subir escaleras, y por lo tanto lo que recibe son visitas de terreno. Presenta también una gran dificultad porque no contamos con un esfigmo que abarque toda el área de su brazo y no podemos tomarle la presión», argumenta la doctora Tania Treto.
—¿Cómo se resuelve clínicamente este caso?
—Ella debe ingresar en un hospital y ser tratada por un equipo multidisciplinario. Nosotros conocemos su caso hace alrededor de un año y le propusimos ingresarla, pero ella tiene pánico de montarse en la grúa de los bomberos. Yo entiendo su temor, pero es la única vía que tenemos para resolver.
Las duras circunstancias en las que vive Caridad, hacen de su casa una prisión de donde puede escapar solo en sus sueños.
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