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sábado, diciembre 19, 2009

GUANAJAY: VIGENCIA DE JOAQUIN NICOLAS DE ARAMBURU

Por Rommell González Cabrera (Radio Artemisa)

En ocasiones la historia suele olvidar detalles necesarios para comprender mejor la vida y obra de algunos hombres. Toca entonces a las nuevas generaciones impedir que el tiempo sepulte esos detalles que hacen la obra humana aún más trascendente.

Quizás muchos conozcan a Joaquín Nicolás de Aramburu como periodista, escritor y novelista. Realmente lo fue. Otros, quizás hayan leído su nombre en alguna tarja a su memoria. El historiador Adolfo Dollero lo describió como “el más grande, el más talentoso entre todos los escritores vueltabajeros, tanto por la brillantez y la robustez de su estilo castizo, que no cansa, como por la profundidad de sus conceptos”. Hay más en la obra y vida de Nicolás de Aramburu. El general José Miró Argenter, quien combatió al mando del Lugarteniente Antonio Maceo, lo considera entre los periodistas que coadyuvaron a desarrollar el sentido patriótico en el occidente cubano.

Joaquín Nicolás de Aramburu murió el 14 de septiembre de 1923. En su memoria, el Ayuntamiento del habanero municipio de Guanajay colocó su retrato en salón de sesiones: un óleo del pintor Esteban Valderrama. El 16 de junio de 1924 se devela un monumento en homenaje a Aramburu en el parque de esa villa. Cuando en esta localidad se constituyó la Logia Caballeros de la Luz, llevó el nombre de Nicolás de Aramburu. También lo tuvo la Logia Masónica de Mariel, fundada en 1947.

Pero, ¿quién fue ese hijo de Guanajay cuya vida mereció trascender el tiempo?

Joaquín Nicolás de Aramburu y Torres nació en Guanajay el 10 de septiembre de 1855. Cursó la primera enseñanza en su tierra natal. Posteriormente se hizo maestro de azúcar. Trabajó como mayordomo, enfermero, empleado de comercio, panadero y lector de las escogidas de tabaco. También ocupó el cargo de escribiente y delegado del Banco Español de Guanajay. Sin embargo, sería el periodismo el oficio que lo haría trascender.

Publica su primer libro en 1890. Fue autonomista y después separatista. En el Diario de la Marina escribe a favor de la unión entre cubanos y españoles. Se destaca, además, su prédica constante por la elevación de la juventud cubana y de todas las iniciativas sociales progresistas. Antes, en 1988, ingresa en la Masonería.

Dos aspectos de interés tiene la obra de Aramburu: el periodista y el publicista. Funda y escribe en más de 40 revistas y periódicos. Como escritor enalteció el credo masónico, lo cual puede seguirse a partir de sus estudios sobre los ritos y simbolismos de dicha institución. En el periodismo lega una importante y obra que abarcó gran variedad de temas (económicos, políticos, histórico, crítica literaria, internacionales, educacionales, entre otros).

Un aspecto muy interesante en el quehacer intelectual de Nicolás se encuentra en sus ideas sobre la educación. En la bibliografía existente en el Museo Carlos Baliño, del municipio de Guanajay, encontramos una amplia selección de sus frases sobre este tema. Por su vigencia y cercanía a nuestro sistema educativo seleccioné las siguientes: “En las aulas está el porvenir”, “En manos del educador está la grandeza de nuestra patria”, y “El amor de los niños a su profesor no vive sin el suave consejo de la familia”.

En la sección Baturrillos, que escribiera casi veinte años en el Diario de la Marina, Aramburu se adentró en problemas educaciones de la época en que le toco vivir: los niños con retraso en el aprendizaje y su reeducación, las escuelas rurales y su reorganización, la higiene escolar, y las escuelas de arte y oficios. Impartió conferencias en las Escuelas de Verano para Maestros y no dejó de aconsejar a docentes y alumnos.

Como se ha dicho, Aramburu, ilustre hijo de Guanajay, muere el 14 de septiembre de 1923. En su honor el Diario de la Marina publica: “No estamos tan sobrados de hombres íntegros para no considerar una pérdida la desaparición de Don Joaquín Nicolás de Aramburu”.

Un día después de la muerte de Aramburu, José I. Rivero, director del Diario de la Marina, escribió: “Aramburu tenía lo que hoy no se consigue fácilmente ni en el periódico, ni en la política: tenía autoridad”.

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