Un libro exquisito: 143 años de pelota cubana
Por Raúl Arce (Juventud Rebelde)
Este hombre fue uno de los poquísimos en el globo terráqueo que se aventuró a pronosticar un triunfo de Cuba en el I Clásico Mundial de Béisbol. Y casi da en el blanco.
Autor de A History of Cuban Baseball, 1864-2006 (Una historia de la pelota cubana), Peter C. Bjarkman ha escrito «aproximadamente 40 libros sobre los deportes, y quizá 25 sobre la pelota. Los más conocidos son otro libro sobre el béisbol cubano titulado Smoke: The Romance and Lore of Cuban Baseball (escrito con Mark Rucker), que es una historia en fotos y en textos; y un recorrido por el béisbol internacional que se llama Diamonds Around the Globe (Diamantes alrededor del mundo).
—¿A qué se dedica Bjarkman en la actualidad?
—Soy redactor y nada más. Escribo libros sobre béisbol y también trabajo como periodista autónomo. Contribuyo con artículos a la revista Béisbol Mundial, de Nueva York, y en otros periódicos como Baseball America. La mayoría de mis trabajos abordan la historia de la pelota en América Latina y también en las Grandes Ligas. Fui profesor de idiomas por muchos años, pero salí de esta rama de trabajo hace más de una década. Ahora tengo 66 de edad; los celebré en La Habana, el 19 de mayo».
—¿Por qué le agrada escribir sobre Cuba?
—Desde mi primera visita a su bendita tierra, para mí era como descubrir un nuevo mundo, fantástico, con una pelota que nunca he visto antes en ninguna parte. Es decir, que el béisbol cubano —con su sistema, en que todos los jugadores juegan por su propia provincia, con estadios más pequeños, con aficionados tan bien informados, con atletas que juegan por amor al deporte— tiene una belleza que no existe en la pelota profesional. Por diez años he dedicado mi trabajo a explicar a los lectores norteamericanos cuál es la belleza y la historia de la pelota cubana y de la pelota internacional.
—¿Cuántos ejemplares se imprimieron del libro A History of Cuban Baseball?
—La editorial McFarland Publishers imprimió inicialmente mil libros. En tres meses (más o menos) se vendieron todos, y ahora mismo ellos hacen mil más.
—¿En qué consiste el libro?
—Tiene de todo, una historia completa, desde el principio del siglo XIX hasta el Clásico de 2006. Es el primer libro hecho por un extranjero que trata en una manera justa las dos ramas del béisbol cubano, antes y después de la Revolución.
«Comprende cuatro partes. La primera se llama Las leyendas y contiene capítulos sobre los grandes Martín Dihigo, Adolfo Luque, Orestes Miñoso y Conrado Marrero. La segunda parte es Las Ligas y también tiene cuatro capítulos, que tratan sobre: 1) la liga profesional antes de 1961; 2) la historia de las relaciones entre la liga cubana y las ligas negras del norte; 3) la historia de béisbol aficionado en la Isla, incluyendo todos los torneos internacionales y 4) la historia de las Series Nacionales y Selectivas después de 1962.
«La tercera parte se llama El Legado (The Legacy) y una vez más tiene cuatro capítulos. Uno trata del gran papel del Comandante Fidel Castro en transformar la pelota cubana en un deporte nacional y aficionado; otro capítulo trata de la historia de los cubanos en las Grandes Ligas.
«Las dos últimas secciones hablan de los jugadores cubanos del momento (The World’s Best Unknown Ballplayers) y también del «encuentro» entre la pelota cubana y la pelota de las Grandes Ligas (Clásico Mundial, juegos contra los Orioles, etc.). Y, por fin, la cuarta parte es una sección de estadísticas muy completas. Este libro tiene muchísimas cosas que no se encuentran en ninguna otra parte, incluyendo nóminas y resultados del equipo Cuba en todos los torneos internacionales».
—¿Cuántas veces ha visitado Cuba?
—Hice el primer viaje a La Habana en el mes de febrero de 1997, con mi amigo Mark Rucker, para empezar las investigaciones para nuestro libro Smoke: The Romance and Lore of Cuban Baseball. Desde entonces vuelvo entre dos y cinco veces, todos los años. El número de visitas ya llega a 42 o 43. He visitado a todas las provincias de Cuba, pero no he estado en la Isla de la Juventud. También he conocido ya todos los estadios de la Serie Nacional.
—¿Fuiste jugador de béisbol?
—Sí, jugaba segunda base con el equipo de la Universidad de Hartford (Connecticut) en los años 1960-1962. El problema fue que no bateaba nada y me quedaba la mayoría del tiempo sentado en el banco. Tenía un poco más de talento para jugar baloncesto, pero me gustó más la pelota.
—¿Cuál es el futuro del béisbol en Juegos Olímpicos y en el Clásico Mundial?
—Es difícil saberlo en este momento. Como he dicho arriba, para mí el deporte mejor es la pelota aficionada, y la pelota internacional. Tengo miedo de que los jefes encargados del negocio —que son las Grandes Ligas— quieran dominar totalmente el béisbol internacional, por razones económicas. Es decir, que quieran matar la pelota olímpica. Pero creo que hay también fuerzas suficientes en la Asociación Internacional de Béisbol (IBAF) para combatir esta mentalidad.
«El Clásico Mundial fue un gran éxito hace un año, pero no sé exactamente cuáles planes tienen las Grandes Ligas para el futuro. Ojalá que podamos encontrar una manera de sostener la pelota internacional fuera de la influencia de las Grandes Ligas. Mi libro, que explica la belleza del béisbol cubano, es quizá un pequeño paso en esta lucha.
—¿Es verdad que aquí su equipo favorito es Sancti Spíritus?
—Cierto. Más que nada porque soy muy aficionado de Frederich Cepeda, quien es a mi juicio el jugador más completo en la Isla durante los últimos cinco años. Yo escribí —inmediatamente después del Clásico— que hay quizá seis jugadores cubanos que pudieran resultar estrellas en cualquier equipo. En este número yo incluyo a Cepeda, Ariel Pestano, Pedro Luis Lazo, Eduardo Paret, Osmani Urrutia y Alexei Ramírez (la estrella cubana del futuro).
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