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martes, mayo 25, 2010

APORTES DE LOS CHINOS EN CUBA

Por Rafael Lam (CubAhora)

La mezcla de europeos, africanos y chinos da un toque mágico a la población cubana. Si por cultura se entienden también las comidas, la manera de trabajar y de vivir, tal como afirma Gabriel García Márquez, la huella de los chinos en Cuba se hace tangible en recetas culinarias, elementos que penetraron en la artesanía, el teatro y la ópera; en la música, con la corneta china; y hasta en la rebeldía independentista y determinadas formas de la producción y los servicios.

También en el idioma, la influencia cultural de China es significativa. Sergio Valdés, en el libro Lengua nacional e identidad, ha recopilado una serie de expresiones generadas al calor de la convivencia con los asiáticos. Algunas de ellas son:

"Búscate un chino que te ponga un cuarto" (Buscar una pareja). "No creo en velorio chino" (Desconfianza). "Ponerla en China" (Ponerla difícil). "Quedarse en China" (No entender). "Mi china" (Expresión de cariño).

Y, además, denominaciones como naranja china, frijolitos chinos, salsa china… Palabras como "chulampín", vinculada a la voz de chulo, por corrupción idiomática del nombre de un mandarín chino del siglo XX: Chu Lam Pin —quizás un pariente lejano mío.

La influencia de la cultura china es tal vez más amplia de lo que imaginó el sabio cubano Fernando Ortiz. Mucho de su filosofía ha impregnado a los cubanos. Y en la historia nacional de la música han entrado Jesús Lí, El Chino Chong, el maestro Fortín, Julio Ley, Servando Aragó, Jesús (El Chino Lam), Obdulio Morales, las bandas de música de las sociedades chinas y los grupos de danza de los carnavales.

UN POCO DE "HISTORIA CHINA"

Los primeros contingentes de "chinos" llegados a Cuba procedían realmente de Manila (Islas de Filipinas), reducto colonial de España en Asia. Muchos murieron en la travesía, pero también muchos se fundieron con los otros grupos de inmigrantes llegados a Cuba, surgiendo una especie de chinos y chinas amulatados que dan al país un toque especial de "heraldos de la civilización", al decir de Wifredo Lam.

Los chinos, como sabemos, trabajaron en todo tipo de oficios con una eficacia asombrosamente demostrada. El chef de cocina Gilberto Smith explica que los chinos crearon en Cuba comidas típicas que no existen en ningún lugar del mundo, como el arroz frito.

"Personalmente he comprobado que no existe esa comida en ningún "Barrio Chino" (China Town) de Nueva York, San Francisco y Londres. Muchas de las comidas llamadas "típicas" de Cuba, existen en otros países de América Latina, pero no así el arroz frito, comida consistente en producto de carnes y mariscos, cebollino, frijolitos y arroz con salsa china.

"Debo agregar que los chinos ayudaron en sus comercios a los más pobres vendiendo productos a precios populares", asegura Smith, el chef mulato-chino. Emilio Roig, en uno de sus artículos sobre un personaje legendario, "el Médico Chino", nos recuerda que este le decía a sus pacientes: "Si tiene linelo paga pa´ mí. Si no tiene, no paga. Yo siemple da la medicina pa gente poble".

Los primeros 206 culíes chinos arribaron el 3 de junio de 1847, por el pueblo de Regla. Al igual que los africanos, los chinos típicos y criollos "nos van a dotar nada menos que del concepto de independencia", según escribió Alejo Carpentier, en 1981, en una revista de la UNESCO.

Jesús Guanche nos recuerda que en 1868, con el estallido de la Guerra de los Diez Años, los culíes se incorporaron de manera masiva a la contienda. Todos se unían con gran patriotismo, ejecutando verdaderas hazañas, "y dieron muestra de disciplina, lealtad y valentía. De ahí que en el Parque de L y Línea, en El vedado, se erige un monumento a esos patriotas cuyo epígrafe, en su pedestal, con letras imperecederas, redactado por Gonzalo de Quesada, reza: No hubo chino cubano desertor, no hubo un chino cubano traidor".

BARRIO CHINO DE LA HABANA

Lo más típico de los chinos en Cuba resultó su "Barrio Chino", ubicado en lo que es hoy el municipio Centro Habana, la zona más populosa y comercial de la capital.

Recuerdo, de niño, las visitas a ese lugar con mi padre chino. El recorrido por los comercios y viviendas de los paisanos; aquel ambiente asiático que nos creer que estábamos en la tierra de la Celeste Imperio, con los dragones y adornos chinos que terminaron entrando a todo tipo de hogares cubanos.

No olvido las fondas chinas, con esos sabores y olores que hasta el rey de la salsa, Juan Formell, alaba tanto… Aquellos pescados, pollos, patos, cerdo ahumado, colgados en los estantes… Chicharrones, las frituritas de carita, los "helados de agua" (elaborados a base de frutas: mamey, anón, plátano, pero sin leche).

¡Y para qué contarte del restaurante El Pacífico…! Con su fachada ecléctica, en la calle San Nicolás y el cuchillo de Rayo, con sus cinco pisos y el elevador tradicional, por donde veíamos las distintas Sociedades, con los chinos en camiseta y meneando su abanico de guano.

El Pacífico de los Hermanos Font, con sus dos cocinas y las comidas especiales: arroz frito, té, sopa china, sopa de arroz, de maíz (con sustancia de pollo y huevo batido), maripositas con tallarines, palomitas fritas, salsas y condimentos chinos, con el recetario cantonés, adecuado al paladar de chinos, descendientes y cubanos.

El director del Casino Chung Wah, Alfonso Chao, me decía que en aquellos tiempos, el itinerario más común de los turistas que venían a la isla era: pasar la mañana en la playa de Varadero; la comida en El Pacífico por la tarde, y el cabaret Tropicana en la noche.

LA VISITA DEL CRUCERO CHINO

En 1911, llegó al puerto habanero el crucero Hai Chi de la Marina de Guerra china, en representación del Gobierno Imperial. La visita se convirtió en gran suceso. Un hecho que marcó una nueva etapa en la dinámica y la proyección asociativa de la comunidad china en la ciudad: una era crucial, de tenaz batalla, que abría el progreso de los chinos en Cuba.

El recibimiento del gobierno y el pueblo habanero —me han contado—, fue grandioso. Todo un acontecimiento, hasta para los cubanos sin orígenes asiáticos, que fue reseñado por El Fígaro, revista de las élites intelectuales, con estas palabras: "No podemos menos que agasajar y batir palmas a los representantes de una raza sufrida".

En el notorio Diario de la Marina se publicaron aquellos jocosos versos: ¿Hay chi?/ Chi hay./ Pues entonces/ voy corriendo al Malecón. / Deben estar los chinitos/ de la Zanja y del Vapor/.

En 1912, una manifestación de la colonia china por las principales calles de la ciudad, celebró el triunfo de la República en China. Un encuentro de convergencia entre negociantes españoles, chinos y cubanos selló en 1913 la empatía emocional.

"Los chinos dejaban sus rencores, y se decían que eran hermanos todos. Eran una comunidad pacífica, honrada y respetuosa. Los chinos son luchadores, valientes soldados, estoicos, de coraje indomable, muy modestos, no se amedrentan, lleno de afanes y de inteligencia.

"Nunca los chinos dieron escándalos públicos en la ciudad, eran verdaderos hombres responsables, cumplidores del orden, muy formales, correctos y respetuosos", escribió Antonio Chuffat, el primero que abordó en serio la investigación de la presencia china en Cuba.

Barrio chino (Canción de Gerardo Alfonso)

El cuchillo en la calzada de Zanja
Cuando hablamos de ti
Empezó con una ronda y un puesto
De Chang Leng y Siu Yi
Y los trenes de lavado, los negocios
Sudar de sol a sol para virar rico a Pekín
A Changó le pusieron San Fan Kong en el barrio chino.
Me contaron que al llegar a La Habana
Te llamaron culí
Engañado tras la guerra del opio
Amarrado con un cepo por el cuello
El que no fue suicida, fue rebelde o fue mambí
Y con negras y mulatas diste hijos al Barrio Chino.
La canasta de cebollinos y acelgas, opio y ajonjolí
La llenaron los chinos californianos que emigraron aquí
Y trajeron la bolita, la charada, incienso, porcelana, seda, sándalo y marfil
Y unas casas de dudoso placer al Barrio Chino.
Pero todo cambia y llegamos hasta aquí
Veo el Barrio entero y me estremece
Creo que estos tiempos serán mejores que antes
¨El que sabe no habla¨, lo decía Lao Tsé
el dragón es fuerte, es una magia y un acto de fe.
Los más bellos sueños los pone el cielo en la sangre…
Y harán una muralla, una grande muralla con lo que nadie puede saber de los chinos,
Meditando en la misma soledad, reordenándose en su intimidad crecen solos...

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