UNA VACUNA CONTRA EL ALCOHOLISMO
Si bien cuando se
habla de drogas, se piensa mayormente en sustancias como la heroína, cocaína o
marihuana, debe tenerse en cuenta que en esta clasificación entran otras como
algunos medicamentos de prescripción y uso facultativo, y las llamadas drogas legales,
como el tabaco y el alcohol
Por Lisandra Fariñas Acosta (Granma)
Cambió de casa unas
seis veces, hasta que terminó reducido junto a su esposa a un dos por dos.
Apenas el mínimo espacio donde dormir cada día la embriaguez para levantarse
desayunando, como en los últimos veinte años, un trago de ron. Hace tiempo que
los hijos se fueron de la casa, de la otra, aquella que la madre había heredado
de los abuelos y él la convenció de vender; para dejar en cada trago hasta el
último centavo, y pasar luego a echarle mano a cualquier cosa que lo proveyera
de algo de dinero para beber.
Las amenazas no
sirvieron para que entrara en razón. Hoy no se comunican. A la madre no le
perdonan que le “siga la corriente”, al padre que siga siendo un “borracho”.
Ella, consumida,
pálida, ojerosa —con el recuerdo fresco todavía de aquella vez que se endeudó y
dijo que sería su esposa quien pagaría— sigue a su lado porque “fue un buen
hombre”; mientras él se mantiene firme en su posición: “¿atenderme?, no soy un
alcohólico, si yo no le he vendido nunca la ropa a mi mujer”.
La historia,
desgarradora y real, nos la cuenta Erika Barrios Mancriff, estudiante de
psicología de la Facultad de Ciencias Médicas Calixto García, quien reunió como
parte de su tesis de licenciatura el testimonio de 25 pacientes entre los 25 y
60 años de edad, del municipio de Centro Habana en la capital; con el propósito
de aproximarse a las características psicosociales de familias de pacientes
alcohólicos y su repercusión en el funcionamiento familiar actual.
Salen a la luz en
esta investigación, según su autora, muchas de las contradicciones que se
desencadenan en el hogar, cuando uno de los miembros sufre alguna adicción; en
estos casos a las bebidas alcohólicas.
“Vemos por un lado
como los enfermos se autovaloran negativamente mientras rechazan los patrones
de comportamiento de la familia de la que provienen —muchas veces de padres
también alcohólicos— y sin embargo repiten estos patrones de conducta”, explica
Barrios Mancriff.
Son algunas de las
consecuencias que genera el consumo de las sustancias adictivas, las cuales
pueden ir desde serios problemas de salud en las personas consumidoras, hasta
problemas sociales, en el ámbito familiar y laboral.
LA CARA FEA DEL
ALCOHOL
Si bien cuando se
habla de drogas, se piensa mayormente en sustancias como la heroína, cocaína o
marihuana, debe tenerse en cuenta que en esta clasificación entran otras como
algunos medicamentos de prescripción y uso facultativo, y las llamadas drogas
legales, como el tabaco y el alcohol.
Esta última, junto
al tabaquismo, es considerada un problema de salud en nuestro país, ante su
incremento en los últimos años.
De acuerdo con
estadísticas oficiales, en Cuba más del 45 % de la población mayor de 15 años
consume bebidas alcohólicas fundamentalmente en los rangos de edades
comprendidos entre 15 y 44 años de edad; mientras la mayoría de los
dependientes alcohólicos tienen edades comprendidas entre 25 y 42 años.
Para el doctor Juan
Emilio Sandoval Ferrer, presidente de la Sección de Adicciones de la Sociedad
Cubana de Psiquiatría, uno de los mayores retos del sistema de salud pública
ante este problema, es precisamente la prevención, educación y promoción de
estilos de vida saludables en la población.
“Cuando se analizan
las primeras diez causas de muerte en nuestro país, se aprecia que tanto el
hábito de fumar como el consumo de alcohol están considerados factores de
riesgo para enfermedades como el cáncer, y las cardio-cerebrovasculares; así
como para los padecimientos del hígado, la accidentalidad y las conductas
suicidas”.
A nivel
internacional, cada vez aumenta el número de jóvenes que se inician en el
consumo del tabaco y el alcohol, condición a la que Cuba no escapa.
Precisamente, a alentarlos en el cuidado de su salud, desestimular la
iniciación y disminuir la aceptación social que existe en torno a las drogas
legales, se dedica este 26 de junio: Día Internacional de la Lucha contra el
uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas.
EXISTE LA SALIDA
El mayor problema de
salud mental en el mundo son las adicciones. Por la repercusión que tiene en la
sociedad las consecuencias de las mismas, su tratamiento constituye una
prioridad para nuestro sistema de salud pública.
“Ante conductas de
dependencia a sustancias como el alcohol u otras ilegales, Cuba cuenta con una
red integrada de servicios donde se le brinda ayuda a los pacientes. Estos
están presentes desde la atención primaria, en los consultorios, policlínicos y
los centros comunitarios de salud mental; donde se integran equipos para dar
respuesta desde la propia comunidad”, explicó a nuestro diario el doctor
Sandoval Ferrer.
“Esta red se
articula de modo que cuando el paciente no pueda resolver la situación en el
nivel primario se acceda a los hospitales, donde existen otros servicios para
contribuir a la deshabituación de esa persona”, agregó.
En este sentido,
indicó que más del 80 % de los casos se resuelven a nivel ambulatorio, y
subrayó la importancia que tiene el seguimiento de los pacientes y el papel que
desempeñan los grupos de ayuda en el intercambio de experiencias, el
aprendizaje y la fuerza que ejercen para evitar las recaídas, muy frecuentes en
el tratamiento de las personas adictas.
El especialista
destacó el trabajo de la Línea Confidencial Antidrogas (103) —de acceso
gratuito y cobertura nacional— y que constituye muchas veces la primera puerta
que tocan los pacientes. Es un servicio estrictamente privado, no se pregunta
ni nombre ni dirección de la persona que llama. Se brinda a la población a
través del teléfono para informarlos y aclarar sus dudas sobre todo tipo de
drogas y orientarlos a dónde deben dirigirse.
AYUDA EN LA
COMUNIDAD
Los Centros
Comunitarios de Salud Mental son también eslabones fundamentales en la
rehabilitación de los pacientes. Hasta la institución de este tipo ubicada en
el municipio de Centro Habana, el de más alta incidencia de adicciones en
nuestro país, llegó nuestro diario. Aquí la premisa de trabajo, según explicó
su director, el doctor Alejandro García Galcerán, es orientar y ayudar tanto al
paciente como a su familia.
“Muchos pacientes
llegan porque un familiar o líderes de la comunidad los traen, a otros los
remite el médico de la familia. Una vez aquí se realiza una evaluación integral
del caso, para evaluar la sustancia, el tiempo y patrón real de consumo y la
repercusión que tiene; pues a todos los pacientes se les indican análisis
complementarios para ver los daños que puedan tener en el organismo”, explicó
la doctora Lisset Argoda Mora, coordinadora del programa de atención a drogas
del Centro.
Por su parte la
doctora Ester Castillo Rodríguez, coordinadora de los programas de atención al
alcoholismo y a la deshabituación tabáquica, de la propia institución, indicó
que la edad a la que mayoritariamente llegan los pacientes es a los 30 años,
aunque ya se han diagnosticado casos mucho más jóvenes de hasta 18.
La familia viene a
ser el mejor sostén a la hora de asumir un tratamiento. “El primero en hacer un
diagnóstico sobre un adicto es el familiar más cercano, quien nota los cambios
en el estilo de vida”, comenta el profesor Sandoval Ferrer.
Esta idea la
sostiene el doctor Alejandro García Galcerán, también especialista de 1er.
grado en psiquiatría, quien expone que las mismas características de la
adicción producen disfuncionabilidad familiar. “Muchas veces la familia pierde
la esperanza de la recuperación de esta persona y se siente impotente para
lograr un cambio; pero tienen que saber que sin el apoyo familiar rara vez
logran rehabilitarse”.
CONSUMO
IRRESPONSABLE: UNA ALERTA
De acuerdo con el
doctor Sandoval Ferrer, “la ciencia no ha podido demostrar con exactitud en qué
momento una persona pasa el umbral de lo que sería el consumo social asociado a
prácticas culturales y costumbres para convertirse en un alcohólico”.
Es por ello que
enfatiza en la necesidad de educar a la población en el consumo responsable.
“Cuando el adolescente no se divierte si no hay bebidas se trata ya de un
consumo de riesgo; y son estas conductas las que más nos preocupan pues no
tienen solo que ver con la cantidad ingerida sino también con la frecuencia y
la responsabilidad de no llegar a la embriaguez.
“Detrás del concepto
de bebedor social se esconden muchas personas que están justificando un patrón
que ya no es responsable, sino excesivo, y cuyas consecuencias son muy
negativas”, apunta Sandoval Ferrer.
Alertar sobre ello
es el primer paso para prevenir que se llegue a un estado de adicción y
deterioro, subraya por su parte el doctor García Galcerán. “Tiene un consumo
irresponsable quien bebe y conduce, la mujer embarazada o persona que teniendo
un trastorno hepático, cardiovascular o respiratorio crónico, beba; la madre o
padre que tome teniendo niños pequeños a su cargo o aquel que desempeñando una
responsabilidad social se embriague, por solo ejemplificar”.
En este sentido,
hacer cumplir las leyes existentes, que regulan por ejemplo el expendio de
bebidas alcohólicas y cigarros a menores de 18 años, es un eslabón esencial.
ELLAS SON MÁS FRÁGILES
Si bien es una
tendencia que cada vez se reduzca la edad de inicio en estas prácticas, también
lo es que las muchachas tomen a la par que los muchachos, lo cual es una
preocupación, alerta el doctor Sandoval Ferrer.
“El alcohol o
cualquier sustancia adictiva en la mujer hace más daño, pues esta tiene menos
líquido corporal que el hombre, por lo que el nivel de saturación o
condensación de sustancias en el organismo es superior y el nivel de toxicidad
es más rápido e intenso”, explica el doctor García Galcerán.
A ello se suma,
refieren ambos especialistas, un fenómeno de base social, ya que, indicaron, el
consumo muchas veces está pautado por incitación de la pareja; son más
vulnerables al ser socialmente más discriminadas y marginadas. Además, dijeron,
demoran más en solicitar ayuda debido a los propios estigmas, son más
resistentes al tratamiento y tienen más recaídas.
No obstante,
indicaron, cada vez son más las mujeres que solicitan tratamiento y se
incorporan a los grupos, lo cual es muestra del trabajo de educación y
prevención en estos temas.
El tratamiento para
las adicciones exige un nivel de decisión y voluntad del individuo importante.
Sin ello, la rehabilitación se dificulta. Todo el sistema está apto para
brindarle ayuda a la familia, orientarla y propiciarle herramientas para
manejar las situaciones que puedan presentarse.
Adicciones como el
alcoholismo afectan todas las esferas de la vida del ser humano, tanto en el
plano psicológico, emocional, conductual como familiar y laboral.
Educar a la sociedad
en qué hacer, cómo ayudar, a dónde dirigirse es la única vacuna que puede ser
efectiva para atenuar las consecuencias de una adicción que puede hacer torcer
a muchos el rumbo de su vida.
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