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miércoles, noviembre 11, 2009

¿QUE PASARA CON LA "FABRICA DEL MUNDO"?

Por Isidro Estrada (CubAhora)
Fotos cortesía del autor

En tiempos de crisis global, China encara retos gigantescos para avanzar como economía y sociedad. El camino adelante está sembrado de interrogantes, pero no queda otra opción que avanzar por él y hacerlo con zapatos propios

A principios de este año tuve la oportunidad de recorrer varias localidades del sur de China, junto a un grupo de redactores chinos y de varios extranjeros contratados por la Radio Internacional de China. Si bien breve, la estancia en la zona más meridional del gigante asiático nos permitió percatarnos de dos factores básicos: A corto plazo, China atraviesa por momentos críticos para su economía. Por otra parte, y aunque más distantes en el tiempo, se vislumbran conmociones sociales derivadas de las actuales dificultades económicas, de no atajarse a tiempo las consecuencias de la crisis económica mundial. El gobierno está muy consciente de ello y, en consecuencia, se empeña en colocar el parche antes de que brote el consabido sabañón.

La región llamada del Delta del Río de la Perlas, donde hoy se ubica la denominada gran fábrica de China, y por extensión del mundo, atraviesa por una coyuntura singularmente compleja, preñada a partes iguales de grandes desafíos, pero no menos inspiradoras oportunidades. Asimilo este postulado que con frecuencia enarbolan los chinos, considerándolo certeza de que en las malas noticias puede estar contenido el germen de las buenas nuevas.

Lo digo además porque observo en ciertos medios informativos la tendencia a magnificar el lado oscuro de lo que ocurre en China. Se amplifica cierta sensación de caos, y se soslayan con toda intención los avances que se producen en medio de evidentes problemas. China, como casi todo el planeta, sufre las consecuencias adversas de una crisis mundial que ya apenas deja intacto orden alguno de la cotidianidad. Aunque parezca obvio, se me antoja que este debe ser el preámbulo para cualquier análisis del actual desempeño económico chino. Y ahora vamos por partes.

Antes de irme en recorrido de seis días por Dongguan, Humen y otras localidades del sur, estaba al tanto de que en la meridional Guangdong se estaba produciendo el cierre masivo de Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), como consecuencia directa e inmediata de la debacle financiera, a la par que se producía un incremento en el número de personas que abandonaban Guangzhou, la capital provincial, con respecto al año anterior. Muchas de ellas se marchaban con destino a sus lugares de origen. A partir de octubre salieron de allí unas 60.000 personas diarias, de acuerdo con un reportaje del diario en inglés China Daily, en su edición del 23 de noviembre de 2008.

¿POR QUÉ SE VAN?

Estas salidas incrementadas responden en buena medida a la situación del cierre de empresas ya mencionadas, cuya fuerza de trabajo suele nutrirse de los millones de emigrantes temporales que llegan cada año desde las vecinas provincias de Sichuán, Hunan y Henan. Pero según avanzaba ese año, parecía revertirse esta tendencia: mucha gente comenzaba a irse de vuelta a su tierra natal. ¿Es que ya no es rentable trabajar en “la fábrica del mundo”? ¿Ha sido tan fatal el impacto de la crisis internacional que el delta se quedará sin mano de obra? ¿O es que, por el contrario, no hay esperanzas para las empresas cerradas por falta de demanda de sus productos en el extranjero y, como consecuencia, se seguirá escurriendo la fuerza laboral redundante?

Varias son las causas de este movimiento migratorio a la inversa. Habría que empezar por tomar nota de los cierres de PYMES en la región, pero es menester admitir que no menos peso ha tenido en ese flujo revertido la decisión del Gobierno chino de ampliar los derechos de transferencia de tierras otorgados a los más de 800 millones de campesinos.

Atraídos por esta medida, muchos labriegos devenidos operarios en zonas urbanas comienzan a liar bártulos y regresar a sus aldeas, conscientes de la oportunidad dorada que se les brinda de subalquilar sus parcelas o transferir sus derechos al uso de la tierra, como forma de emprender negocios de gerencia a escala, entre otros.

Aquí es necesario detenerse un instante y sopesar los factores causa y efecto. La nueva administración china, encabezada por el presidente Hu Jintao, y el primer ministro Wen Jiabao, dio un vuelco extraordinario a la historia y economía del país, cuando a punto de concluir 2006 declaró el fin de los impuestos que habían gravado el trabajo del agricultor por espacio de 2.400 años. Fue un cambio radical que apunta a una verdadera reforma agraria, tan esperada y, dicho sea de paso, necesaria para cambiar el orden de cosas en las zonas rurales chinas. Se trata de, finalmente, dar cauce a lo que en China denominan construcción de un nuevo campo socialista.

Esas decisiones de hace dos años, complementadas con las más recientes ya mencionadas, y las que necesariamente tendrán que llegar en adelante, deberán configurar un panorama más alentador para las zonas rurales, que hasta fecha reciente vieron descender notablemente sus oportunidades de una mejor vida, ante la creciente disparidad de ingresos entre campo y ciudad. De ahí el éxodo emprendido hacia las urbes y zonas más privilegiadas durante casi 30 años por unos 120 millones de agricultores chinos, quienes además de tierras dejaban detrás con frecuencia a sus hijos, solos o acompañados por personas que dudosamente podían cuidar de ellos. En consecuencia, un problema generaba otro.

Ahora que muchos agricultores ven abrirse ante ellos un espacio propicio que los sitúe más cerca de la prosperidad, es lógico que vayan tras la oportunidad, como contrapeso a los despidos masivos en las urbes. Pero hay algunos otros aspectos que deben mencionarse, si se quiere obtener un cuadro más preciso de qué ocurre en el panorama económico de China.

¿EL FIN DE LA MANO DE OBRA BARATA?

¿Qué hay detrás de esta subida en los costos de producción? Esta debiera ser la primera pregunta para iniciar la pesquisa. Entre los varios puntos que se pueden señalar como causantes hay uno que merece especial atención y que se está pasando por alto con frecuencia: la gradual elevación de los salarios de los obreros, quienes además están comenzando a disfrutar de prestaciones, como seguros de salud, con las que antes no contaban. O sea, que la progresiva, aunque aún no pareja ni sistemática, humanización de estas industrias de trabajo intensivo – una asignatura pendiente en China –, necesariamente está conduciendo al aumento de gastos de las empresas y, como consecuencia indirecta, a la reducción en los ingresos por concepto de manufactura en industrias como las de juguetes, zapatos y electrónica, que en años previos hicieron su agosto en virtud de lo barato de su fuerza laboral.

Sobre esto habló en extenso hace poco Luo Bin, subdirector de la Administración de Economía y Comercio de la ciudad de Dongguan, en Guangdong. En conversación con el mensuario China Hoy, el funcionario recalcó que, en la actualidad, dicha urbe produce nada menos que el 80 por ciento de los ratones de computadora del mundo. Por cada uno de esos ratones, dijo, se cobran 24 dólares en Estados Unidos, con lo cual el vendedor puede ganar 10 dólares y el mayorista, ocho. Sin embargo, el fabricante debe conformarse con sólo 30 centavos de dólar de beneficio.

Con ganancias así no hay que ser mago para predecir que muchas de estas empresas caminan sobre el borde de la cuchilla cuando deciden mejorar las condiciones de vida y trabajo de sus obreros, amén de incurrir en otros gastos.

Al abundar en las causas del incremento de los costos, Luo señala el aumento en los precios de materias primas, la reducción de desgravaciones fiscales para algunas industrias de exportación, la aplicación de la ley de Contrato de Trabajo, la reevaluación del yuan y nuevas exigencias para la protección del medio ambiente.

Este último capítulo, el del cuidado del entorno natural, merece comentario aparte. Para nadie es secreto que China ha confrontado problemas de contaminación ambiental por largo tiempo. Como respuesta, el actual gobierno ha colocado entre sus prioridades la superación de rezagos acumulados por años en este frente, tratando de mejorar el ambiente cuanto antes, pero consciente de que lo difícil que resulta conjugar de modo armónico industrialización y protección de la Madre Naturaleza. Este cometido continúa calificando entre los actuales desafíos que encara China. Eso sí, ya hay vigentes directivas que obligan a las empresas a dedicar parte de su presupuesto al cuidado medioambiental – lo cual encarece la producción, ya dije. Añádase que de continuo se suman recursos adicionales recién salidos de las arcas estatales para este fin. En conjunto, ambos factores refrendan la voluntad de las autoridades de entrarle con la manga al codo al problema. Ciego será quien prefiera ignorarlo.

En resumen, en medio de la crisis, las recientes conquistas de la clase obrera china actúan como freno, al menos temporal, a una productividad que por largo tiempo se sustentó precisamente en la ausencia de ciertas prerrogativas para los trabajadores. Así de simple.

AJUSTAR EL CINTURÓN Y MIRAR ADELANTE

Los tiempos que se avecinan, para China y el mundo en general, no son precisamente halagüeños. En Occidente, ante una avalancha de dolencias económicas como las que hoy aquejan al planeta, suele decirse que es hora de apretarse el cinturón. China no anda a la zaga en cuanto a tomar precauciones de este tipo. Muestra de ello son las advertencias que hizo el primero de diciembre de 2008, el presidente chino, Hu Jintao, en el sentido de que la actual crisis económica significará un obstáculo mayúsculo para que el país asiático mantenga su hasta ahora acelerado nivel de crecimiento económico, a lo que se suman las ya tradicionales rémoras locales de su descomunal población, su limitación de recursos y los ya mencionados problemas ambientales. Según la misma información del diario China Daily, Hu admitió ante una reunión de Buró Político del Partido Comunista de China que la actual coyuntura obliga a revisar los patrones vigentes de desarrollo y a procurar el desarrollo sostenible, otorgando prioridad, enfatizó el presidente, a resolver los problemas de la población.

Las palabras de Hu son un llamado a ajustarse el cinturón, en momentos en que las exportaciones chinas caen en picada, ante la falta de demanda exterior. Sirva de ejemplo la disminución en el crecimiento de ventas al extranjero, de un 21,5% en septiembre a un 12,2% en octubre de 2008. Pero justo aquí, uno de los puntos que conspiran contra el desarrollo chino – la enorme población del país – puede resultar a más largo plazo una baza a favor de cierta recuperación.

No en balde una buena parte del paquete de estímulo de 586 mil millones de dólares con el cual el Gobierno pretende revitalizar la economía va dirigida a fomentar el consumo interno. China confía en su propia población, y en sus propios recursos y esfuerzos, para sacar el barco a flote.

Este empeño quedó explícito durante nuestra gira cantonesa en las palabras de Ren Hongjie, alcalde de la ciudad de Humen, al decir que “Si bien no negamos un impacto de la crisis financiera sobre nuestro sector de confecciones, hasta ahora lo consideramos mínimo. La razón principal reside en que desde hace tiempo nuestra industria está volcada hacia el consumo interno, y la crisis en realidad ha afectado sobre todo a los pedidos hechos desde el extranjero. El mercado chino mantiene su nivel de consumo hasta ahora.”

En esta dirección trabajan ahora las autoridades chinas, desde el nivel central a las comunidades, prometiendo desde ya un paquete de estímulo adicional en los próximos meses, en coyunda con un recorte a las tasas de interés de 1,08%, el más alto en los pasados 11 años. Si funciona la fórmula, los efectos nocivos de la crisis serían conjurados en buena medida. China se juega en esta ocasión, quizás como nunca antes, la carta del desarrollo, a la par que procura además que cada vez sean más los beneficiados de este proceso. La tarea es cuando menos ciclópea, pero quien pase revista a los logros de los últimos 30 años de reforma y apertura en el país, y lo haga sin ojeriza, concluirá que el resultado no puede ser menos que ir a mejor. Hay 1.300 millones de destinos que no dejan otra opción.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es INCREIBLE cuan Pragmatico puede ser Usted, analizando Tierras Ajenas y tampoco Fiel analizando la tierra que ensucio sus zapatos desde Siempre

Lo grande de su Ceguera Asusta.
(Iluminacion tipo Mesa Redonda)
Cuidado y no lo Sorprenda un Ajuste, y no se pueda llevar su contenedorcito de baratijas.

saludos y a Publicar