Búsqueda Personalizada

viernes, mayo 08, 2009

COLON RECUPERA SU ESPLENDOR

Por Joel Mayor Lorán (Granma)

Bien se las ingenió José Miguel Gómez con tal de, aun después de muerto, sentirse grande. Para acceder al interior del monumento donde yacen sus restos ha de traspasarse una puerta cuyo dintel es tan bajo que obliga a inclinarse, en un gesto involuntario de reverencia ante el nombre del ex presidente de la república escrito encima de la entrada.

Este peculiar diseño arquitectónico avisa sobre cuántas curiosidades guarda la capitalina Necrópolis de Colón: ángeles, vírgenes, piezas de dominó y ajedrez, una hoja de palma que brota de una lira, tumbas bellamente talladas, panteones con hermosos vitrales, en total unos 70 000 objetos museables y más de 20 000 conjuntos monumentarios.

Pocos cementerios en el mundo poseen semejante cantidad, asegura Carlos Bauta, vicedirector técnico. De acuerdo con la concentración de obras de alto valor patrimonial, distinguiría al de la ciudad italiana de Génova, y el nuestro a continuación.

Durante la primera mitad del siglo XX, ciertas familias cubanas mostraron de tal modo su riqueza. A la par, nos han dejado una herencia muy alta, expresa Bauta. "Hubo quien vivía en otra provincia y, antes de comprar casa en La Habana, adquiría propiedades en Colón".

Asimismo, entre los muros de la necrópolis se alzan monumentos a los veteranos de la Guerra de Independencia, al Generalísimo, a Sergio González (El curita), los expedicionarios del Corynthia, así como a los bomberos y otras víctimas del siniestro del 17 de mayo de 1890...

LOS MONUMENTOS RELUCEN OTRA VEZ

De modo que el sitio merece atención. Un amplio programa persigue ese fin. El Ministerio de Economía y Planificación (MEP) y el Gobierno de Ciudad de La Habana le han entregado considerables aportes con los cuales procurarse distintos medios y accesorios.

Ya poseen bicicletas eléctricas para el trabajo de los hombres de campo, que han de recorrer 560 000 metros cuadrados; motosierras, para podar y talar árboles; segadoras de césped; bombas de achique, para reducir inundaciones; plantas de soldar; financiamiento para la atención al hombre...

Además, por estos días se halla en fase de prueba un incinerador de restos óseos adquirido en España. Y, como fruto de un convenio con la Unión del Mármol, recibieron 86 metros cuadrados de piezas para tapas y enchape de bóvedas, las cuales sustituirán otras ya deterioradas, así pertenezcan al Estado o a particulares.

Lo más importante: varios monumentos recuperan su esplendor. El erigido por José Vilalta de Saavedra (primero de los grandes escultores cubanos) en memoria de los estudiantes de Medicina, está libre del hollín que lo cubrió decenas de años. E igualmente, reconstruyeron los dedos a la escultura de La Inocencia que forma parte del conjunto.

Mas, no solo restauran: donde antes hubo una fosa común que apenas consistía en un sótano con hoyos en el techo para verter huesos, han levantado el Monumento al hombre común, rodeado por un parque, y al cual asisten familiares a colocar flores.

Incluso convocan a los propietarios a sumarse a este afán: les ofertan cemento, arena, resebo, con tal de reparar sus bienes en el cementerio; brindan servicios de arquitectura; elaboran proyectos de manera gratuita; entregan y colocan tapas de bóvedas... Entretanto, sindicatos, sociedades, logias, acometen sus propias reparaciones.

VALIOSO EMPEÑO

La unión de fuerzas ha permitido finalizar y emprender otras obras, fundamentalmente entre el personal de la necrópolis y la Oficina del Historiador de la Ciudad. Así vuelven a la vida la capilla Zayas Jaén, el panteón de la familia Abreu y el monumento a los bomberos, al que aplicaron resinas especiales para consolidar el mármol y preservo para protegerlo de la intemperie.

Devolverle majestuosidad y lustre a la capilla central constituye otra labor compleja: implica reconstruir la cúpula central y todos los resanos de las molduras de los zócalos; restaurar la carpintería, las cubiertas y la pintura mural realizada por Miguel Melero, el primer director que tuvo la Academia de San Alejandro. Esto último hará permanecer sobre andamios a dos especialistas durante varios meses para lograrlo.

Cada trabajo es sumamente costoso. Solo apuntalar la capilla Loredo Bernal requirió seis metros cúbicos de madera; mientras, el costo del reforzamiento de paredes y la parte ingenieril equivalen a la reparación de cuatro instalaciones de 100 metros cuadrados.

Sin embargo, hay voluntad de atender a este Monumento Nacional, condición ganada principalmente por cuatro obras: el muro perimetral de 3 800 metros, el trazado urbano (semeja campos romanos, visto desde la altura), las portadas Norte y Sur y el osario general circular, y la Capilla Central (única octogonal en todo el archipiélago).

Según Mercedes Costa, directora de Servicios Necrológicos de la Ciudad, la Oficina del Historiador trabaja en los proyectos para señalizar e iluminar las calles, y restaura la portada Norte.

La gran ciudad de mármol padece la sobreexplotación de 137 años. Sufre no solo la contaminación con el dióxido de carbono que emiten los autos, sino también las vibraciones de grúas y vehículos de gran porte que ocasionan rajaduras. Desde los árboles de raíces horizontales (han talado 340) hasta las palomas pueden dañarla.

Con aproximadamente dos millones de fallecidos, casi tantos como los habitantes de la capital de Cuba, Colón bien merece cuidados; pues fue concebido para menos tiempo del que ha servido.

Un millón de cubanos y 150 000 turistas extranjeros visitan anualmente este cementerio, que entre cruces y ángeles parece recuperar su esplendor.

1 comentarios:

lily dijo...

Este cementerio tiene varias leyendas..no sabia que fuera el tercer cementerio mas importante del mundo. FOTOS http://cementeriocolon.blogspot.com