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jueves, diciembre 04, 2008

PABLO FG: QUIEN PREGUNTA LO QUE NO DEBE, ENCUENTRA LO QUE NO QUIERE

La agresividad de los medios de comunicación en Miami no empañó las presentaciones de este cantante cubano en esa ciudad

Por Yelanys Hernández Fusté (Juventud Rebelde)

Ya había actuado con su agrupación en Miami, en 1999 y 2001. Llegó a mediados del mes de noviembre a la ciudad para hacer sus conciertos, previstos con antelación en tres sitios diferentes: el parqueo de La Covacha, donde caben cerca de 4 000 personas; el club Café Cristal, y en Rancho Grande.

Paulo Fernández Gallo (Paulito FG) tenía esta propuesta de trabajo desde hace aproximadamente cinco años. «Una compañía pretendía promoverme en Estados Unidos y Canadá. Por ser un artista que tiene allí muchos seguidores, por mis anteriores presentaciones, y mis últimas propuestas discográficas, estaban interesados en que cantara en Miami», cuenta a JR el destacado músico.

Solo en 2001, dice, obtuve récord de público en la importante plaza de Los Ranchos de Okeechobee y «demoré casi dos horas en salir tras finalizar el concierto».

Paulo FG, líder de la Élite, lleva más de 15 años cultivando la música popular bailable. En su haber tiene alrededor de una decena de discos, entre los que destacan Tú no me calculas, Sofocándote, Con la conciencia tranquila, y Te deseo suerte. A la Florida llevó buena parte de su obra, y de Un poquito de to’ II, un CD que saldrá entre enero y febrero próximos. Sin embargo, el cantante tuvo un percance que «no buscó» en el programa que conduce Patricia Arbulú, en el canal GenTV.

—Esa entrevista desató una controversia a la que no pocos allí le dieron un matiz político. ¿Qué sucedió exactamente?

—En ningún momento, cuando hice la negociación con la compañía, hablé de asistir a los medios. Conozco el contexto de Miami. Sé lo que sucede cuando te enfrentas a esos medios, que responden a los intereses de allí, y no a los del público, que es el que realmente va a disfrutar las presentaciones.

«Quería hacer mis conciertos que, vale la pena significarlo, ya estaban vendidos mucho antes de llegar a la ciudad. Fui víctima, quizá, de la ambición de publicidad de los promotores que me llevaron. Ellos me hablaron de ese programa, presentado por una peruana que se había tomado mucho interés en entrevistarme, porque actué este año en la nación sudamericana, donde tuve buena acogida.

«Cuando llegué le pregunté a mi promotor: ¿Dime, de qué va esto? Él me contestó que no era nada político, solo hablar de mi carrera y discografía. Acepté. La periodista me aborda en cámara sobre mi visita a Perú y de lo popular del tema Confío en ti. Pero de momento empieza a darme una vuelta que parecía prácticamente una especie de trampa.

«Me hizo una pregunta que no debió, por respeto. Si no vivo allí, es porque no pienso como ellos. No me pueden interrogar sobre en quién creo o no. Y únicamente, sin politizar, expresé lo que siento y, obviamente, sí creo en Fidel. Es muy grande su pensamiento y, justamente a mí, por los avatares de mi carrera, no me ha alcanzado el tiempo para estudiarlo. Cuando uno ve la dimensión de Fidel en la historia, es un poco loco no creer en él. Quien pregunta lo que no debe, encuentra lo que no quiere».

—¿Y luego?

—Ella me dice: «nos vamos a quedar». Le recordé que me habían dicho que la entrevista era hasta una hora determinada, y yo tenía un ensayo musical para mi presentación, había gente esperando por mí. Le señalé que seguiría con ella hasta que llegara el tiempo de irme.

«Entonces me dice: “¿Tú tienes miedo?”. Le contesté: “Puedes preguntarme lo que quieras”. Y comenzó a hacerme preguntas de otra índole, y yo le expresé que eran “otros puntos de vista, y yo tengo los míos. Yo estoy allí, he podido hacer mi carrera de manera honesta. Todo el que me conoce sabe de qué voy yo”.

«No contábamos con mucho tiempo. Le pedí disculpas porque me marchaba y le dije: “Que Dios te bendiga, que estés bien”. Estos medios son muy agresivos con el tema Cuba y los artistas de la Isla. Ellos todavía no aceptan la posibilidad de que un creador se deba a su arte.

«Los medios cubanos son un ejemplo de ética. Aquí nos han visitado personalidades de diferentes latitudes con distintas creencias religiosas o formas de pensar, y van a la televisión y a la radio. Jamás se les cuestiona cómo piensan, o en quién creen. Se les interroga sobre su historia artística y la trascendencia cultural de su hacer».

—¿En qué condiciones transcurrieron los conciertos después de la entrevista?

—A partir de ahí fue candela. Sí que se creó el ambiente de tensión que no deseaba. Había un público en una esquina gritando cosas en contra del gobierno nuestro. A mí me pusieron un cartel que decía: «Paulito FC (Fidel Castro)», en vez de FG. La policía estaba por todos lados.

«Tuvieron que gastar en cuerpos de seguridad porque hubo amenazas de petardos y en medio de ese contexto tuve que trabajar siete días. Pero la acogida fue espectacular. Las personas que asistieron eran mucho más que las que protestaban. La gente iba a apoyar al artista independientemente de cualquier amenaza. Ese fue el mejor premio que tuve por mi osadía.

«Más que todo siento lo sucedido, y lo reflejé en el primer concierto, donde pedí disculpas a la comunidad por haber ido con las personas inadecuadas. No fui allí a hacer proclama de nada».

—Dijiste en el programa de marras que «la política es para los políticos. Mi tema es la música». ¿Hasta qué punto arte y política fijan sus límites?

—La política está presente en todo, pero lógicamente es una especialidad a la que nunca me he dedicado. Eso es zapatero a sus zapatos. Nunca he sido un orador excelente. Soy una persona muy tímida y me expreso bien a partir de la música.

«Tengo conceptos éticos y morales que he aprendido donde he vivido. Sin embargo, no podría sentarme en un debate político porque hay cosas que no domino. Hablo como parte del pueblo, me reflejo en sus vivencias, y lo incorporo a mis canciones».

—Los medios miamenses hablaron de que habías adoptado la ciudadanía italiana. ¿Es cierto?

—Soy cubano e italiano desde que nací. Mi abuelo materno nació allá y toda mi familia por parte de madre tiene allí sus raíces. Tiempo después de que mi abuelo muriera y de reencontrar a mi familia italiana, mi madre se reunificó con ellos y adoptamos la ciudadanía de ese país. Este año mi mamá falleció y mis hermanos residen fuera. Aquí me queda apenas familia, principalmente mis hijos Jean Paul, Brian y Giorgio.

Soy un artista y tengo gran presencia en festivales y en el circuito musical europeo. Llevo más de diez años yendo a Italia. He hecho colaboraciones con Christiano Malgliorgio y la disquera de Nápoles, Planet Records, con la que tengo discos grabados.

«Pero primero que todo soy cubano. Fue aquí donde nací, me críe y aprendí todo lo referente a lo que hago. Aunque hay una parte linda de mis raíces que es italiana, es más fuerte haber crecido en el barrio de Buena Vista. Como dice mi último número, Sin etiqueta: “no soy cantante de etiqueta, soy un cantante de detalle, yo canto pa’ la gente de peseta, y canto pa’ mi gente de la calle”».

—Háblanos de tus inicios.

—Tenía 23 años cuando mi mamá le dijo a un amigo mío que estaba en el grupo de aficionados Iyá Son, que yo cantaba. No me gustaba, pero me convencieron. Probé y a la gente le gustó. Allí me vio un especialista de la Promotora Benny Moré y me conectó con la agrupación Fantástico Son, que trabajaba en instalaciones turísticas.

«Empecé en el grupo. En ese tiempo era además instructor de arte, ya que había dejado a medias mis estudios de canto en la escuela elemental de música Alejandro García Caturla. También comencé a estudiar en el Conservatorio Ignacio Cervantes. Después vino mi estancia de un año con Galaxia».

—¿Cuánto conocimiento te brindaron las orquestas Adalberto Álvarez y su Son, Dan Den y Opus 13?

—Las tres fueron una escuela y me formé con sus directores, Adalberto Álvarez, Juan Carlos Alfonso y Joaquín Betancourt. Con Adalberto aprendí que cuando no estás preparado, no asumas el reto. Era son clásico y en aquel momento yo cantaba salsa más a lo timba. Con Dan Den conocí la popularidad. Opus 13 me brindó muchos conocimientos. Cada músico de esa agrupación era un maestro en su instrumento y con una formación académica muy profunda. Me dieron la oportunidad de hacer música y realizarme.

—¿Por qué decidiste, en 1992, formar tu propia agrupación?

—Pienso que hay cantantes a los que tienes que guiar, pero otros tienen guía propia y carisma, y la comunicación con el público les fluye. Me enfrenté a estas cosas. Los directores con los que trabajé estaban muy bien plantados, eran acertados, sabían hacia dónde iban y quería hacer algo diferente, porque me gusta la fusión.

—El boom de la salsa en los años 90 impulsó internacionalmente a los cultores del género en la Isla, y la Élite fue uno de ellos. ¿No crees que tal éxito sea agua pasada ante el surgimiento de otros estilos musicales?

—Eso es como decir que no creo en lo que hice o hago. Fíjate que esos son los ingredientes que en este momento le están poniendo a su género los reguetoneros. Y lo están caracterizando, porque si no, es de Puerto Rico o de cualquier otra latitud, pero no cubano. Ellos lo hacen con los aderezos de la timba. Tiene los tumbaos de los pianos, los bajos y las bombas.

«La timba cubana viene de la fusión de estilos como la rumba, y de otros foráneos como el jazz. Estoy haciendo timba con reguetón y me funciona muy bien, pero mantengo la esencia de mi música.

«Lo que pasa es que a la timba le quitaron los escenarios. En la pasada década había diferentes plazas y la gente escogía a quienes quería ver, sobre todo los fines de semana. Había veces que yo estaba actuando en el Habana Café del Hotel Melía Cohíba, los Van Van en el Salón de los Embajadores del Habana Libre, o la Charanga Habanera estaba en el Papa, de la Marina Hemingway.

«El género proliferó más por eso. Teníamos escenarios de calidad. ¿Qué nos dejaron hoy?, espacios por donde pasan más de cuatro orquestas en un día. Tenemos problemas para trabajar en algunos lugares. Podemos hacerlo en La Macumba, pero con un horario determinado, y La Tropical de cierta manera ha cambiado su programación; ya no es el centro donde estaban las orquestas de música popular bailable.

«Las agrupaciones perdieron terreno no solo en lugares para presentarse, sino en los medios de comunicación. También se nos dificultaron las actuaciones en el interior del país. Bajaron los precios y una producción artística en provincias es muy costosa. Es mover artistas, equipamiento de sonido, audio, luces y tener un lugar para descansar. Como, obviamente, hay orquestas que tienen una carrera y un mercado internacional, se están procurando estar más tiempo fuera que dentro.

«El porqué de todo esto es muy sencillo: es más fácil que dos trabajen con un DJ en cualquier plaza, y la llenan. Sucedió que cuando no nos podíamos presentar en esos lugares, ellos sí. ¿Y las orquestas, esas que le dieron paso a esta gente qué?».

—Durante mucho tiempo el eslogan de los medios anticubanos era que el son se fue de Cuba con la Revolución. ¿Qué piensas de ello?

—No se ha ido y ahí están Van Van, Adalberto Álvarez y unos cuantos que podemos sacar la cara, y demostrar que el son sigue vivo.

—¿Tendrás presentaciones en la Isla próximamente?

—Estoy metido a tiempo completo en la grabación de Un poquito de to’ II. Igualmente preparo una gira a la Feria de Cali y algunas actuaciones en Bogotá, Colombia, previstas para diciembre. Pero pienso estar aquí para las celebraciones por el día 1ro. de Enero».

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